Paysandú, Viernes 21 de Noviembre de 2014
Opinion | 18 Nov Aunque puede llamar la atención que exista un Día Mundial del Retrete, tiene su explicación: el 37 por ciento de la población mundial carece de un saneamiento adecuado, lo que ha llevado a la ONU a dedicar un día en la agenda a mostrar su importancia de cara a la salud pública.
Actualmente, unos 2.500 millones de personas no tienen acceso a instalaciones de saneamiento adecuadas, como retretes o letrinas. Esto conlleva unas consecuencias trágicas para la salud, la dignidad y la seguridad humanas, así como para el medio ambiente y el desarrollo social y económico.
“Igualdad y Dignidad” es el tema de este año del Día Mundial del Retrete, que se conmemora mañana 19 de noviembre a impulso de las Naciones Unidas.
Bajo el lema “No podemos esperar”, este día es la ocasión para llamar a la acción y resaltar la imperiosa necesidad de abandonar la práctica de la defecación al aire libre, especialmente en el caso de las mujeres y las niñas, quienes son particularmente vulnerables. El objetivo es mostrar la amenaza de violencia sexual a la que se enfrentan las mujeres y las niñas debido a la falta de intimidad, y también las desigualdades presentes en el acceso al saneamiento.
Por lo general, los retretes siguen sin adecuarse a las necesidades específicas de ciertos grupos de población, como las personas con discapacidad, los ancianos y las mujeres y niñas, que requieren instalaciones adecuadas para atender su higiene durante la menstruación.
En lo que respecta a nuestra región, según los datos del Programa Conjunto OMS/Unicef de Monitoreo del Abastecimiento de Agua y del Saneamiento, Uruguay es el único país de América Latina que ha logrado una cobertura casi universal de acceso a agua potable segura.
En cuanto a saneamiento, un 82% de la población de la región --unos 467 millones de personas-- dispone de sistemas mejorados; en este ámbito sobresalen Chile, Puerto Rico y Uruguay, con una cobertura superior al 99%, mientras que Bolivia y Haití son los que presentan los indicadores más bajos, con un 26% y un 46%, respectivamente.
Para países como el nuestro, el desafío no radica en lograr que todas las familias cuenten con baño, sino mejorar la eficiencia de los servicios y ampliar el acceso al servicio de alcantarillado y de saneamiento puesto que --aunque cada vez menos-- hay lugares donde las aguas servidas suelen ser transportadas mediante camiones cisternas hasta vertederos o corrientes de agua.
En este sentido, la gran obra que resta realizar en Paysandú es la planta de tratamiento de OSE, largamente reclamada y postergada, pero sumamente necesaria para la mejora de la calidad del vertido a las aguas del río Uruguay.
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