Paysandú, Martes 25 de Noviembre de 2014
Locales | 18 Nov (Por Horacio R. Brum). Los turistas quedan fascinados por los centros comerciales y las torres de vidrio de Santiago; los empresarios de la región envidian de sus colegas chilenos las facilidades para hacer negocios; los políticos alaban la estabilidad institucional y ven en el desarrollo en Chile de industrias como la minera y la forestal las herramientas para abrir el camino al Primer Mundo.
La otra cara de los centros comerciales es un consumismo desenfrenado, que se sostiene con el endeudamiento; las torres de vidrio, que cada día tapan más la Cordillera, están borrando lo poco que queda de la identidad de la ciudad; las facilidades para hacer negocios se inscriben en un contexto en el cual el tráfico de influencias está bien disimulado, los intereses empresariales forman una telaraña con la política y siempre hay un resquicio para burlar los derechos de los trabajadores.
En cuanto a la minería y la industria forestal, las pérdidas por el deterioro del medio ambiente se pueden resumir en un ejemplo de esta semana: la empresa estatal del cobre informó que cuando llegue el momento de cerrar por agotamiento sus principales minas, deberá gastar 3.500 millones de dólares en reparar los daños ambientales.
Hay otros ejemplos chilenos que no se aprecian con frecuencia en el exterior, como el esfuerzo del Estado para mejorar la red de ferrocarriles o el crecimiento del ferrocarril subterráneo santiaguino --el Metro--, que está entre los más seguros y eficientes del mundo. En la cultura, los teatros regionales son una muestra del trabajo conjunto del sector público y el privado en beneficio de la ciudadanía, que bien podría servir de referencia para la recuperación del Florencio Sánchez de Paysandú.
Rancagua es una capital regional (departamental) a la cual se llega en poco más de una hora de ómnibus desde Santiago. Recordada en la historia por una batalla perdida de la independencia, fue durante muchos años un centro agrícola y en el siglo XX progresó por su cercanía a la mina de cobre de El Teniente. Como toda ciudad minera, se destacó más por el auge de la prostitución que por el estímulo a la cultura, pero a causa de los festejos del Bicentenario, en 2010, las autoridades municipales comenzaron a elaborar el proyecto de un teatro, con el objetivo de convertirlo en un polo cultural. La municipalidad y el gobierno nacional pusieron los fondos para la construcción y en 2013 se inauguró el Teatro Regional de Rancagua, cuya programación se monta con el auspicio de varias grandes empresas de la zona.
En la actualidad, el mayor orgullo del teatro es la Orquesta Barroca Nuevo Mundo, creada por iniciativa de Raúl Orellana, un violinista rancagüino de categoría internacional, y hace algunos días se anunció para 2015 la primera temporada de ópera, que comenzará con El Barbero de Sevilla, en una puesta en escena hecha totalmente con recursos locales y con un elenco que también tiene muchos artistas de la ciudad. Además, se harán espectáculos en conjunto con el Teatro Colón de Buenos Aires y el Ministerio de Cultura de esa ciudad.
No obstante, la ópera y otras expresiones clásicas del arte son solo una parte de lo que el Teatro Regional de Rancagua ofrece a los más de 8.000 espectadores de la ciudad que asisten cada mes. Por ejemplo, la próxima semana actuarán el rockero histórico argentino León Gieco y la murga uruguaya Agarrate Catalina.
Mil kilómetros más al sur, el Teatro del Lago de Frutillar es otro buen ejemplo chileno del apoyo público-privado a la cultura. Una familia de empresarios de origen alemán lo construyó entre 1998 y 2003 en los terrenos de un hotel de su propiedad que se había quemado y lo puso a disposición del ente organizador de las Semanas Musicales, formado por representantes municipales y del sector privado de la ciudad. Las Semanas Musicales figuran hoy en el calendario de los eventos internacionales de música clásica, pero al igual que en Rancagua, el teatro recibe todo tipo de expresiones culturales, además de servir a la comunidad escolar, para el desarrollo en los niños del gusto por las artes musicales.
Por otra parte, se destaca por la belleza de su arquitectura en madera, una adaptación moderna de la construcción usual en la región, otrora cubierta por grandes bosques.
En muchas otras partes de Chile se pueden ver ejemplos como estos, con empresas y empresarios que se destacan de la mayoría por el interés en aportar al desarrollo cultural del país, incluso con un sentido ético para manejar sus inversiones (la familia que donó el Teatro del Lago, poseedora de hoteles y termas de lujo, ha rechazado siempre las ofertas para instalar casinos en sus establecimientos), y autoridades locales capaces de mantener el impulso de un proyecto independientemente de los cambios del color político. Ese es el Chile que tiene algo para enseñar a quienes lo ven desde afuera.
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