Locales | 23 Nov Como no “cabresteo”, opino que esto no quiere decir que no se hayan equivocado. Han vuelto a darle casi la mayoría legislativa al Frente Amplio en primera vuelta, con abrumadora mayoría radical; falta solo el resultado del balotaje para poder revertir esta grave situación. Aparte de la enorme diferencia entre el Frente Amplio y el Batllismo en las concepciones totalitaria y clasista del Frente Amplio y democráticas y republicana del Batllismo, creo que hay algún punto de contacto aunque menor entre el Frente Amplio, sectores del Batllismo e incluso del Wilsonismo; debido a esto es la pérdida permanente de votantes de estos dos sectores de los partidos tradicionales. Hay un tema de cultura hegemónica de izquierda o centro izquierda, que al igual que el triunfante Batllismo de la primera mitad del siglo XX, va a ser muy difícil de destronar, salvo acontecimientos adversos económicos o sociales que nadie desea.
Ante esto, dirigentes y votantes de los viejos partidos tradicionales corren a los brazos del Frente Amplio, una elección sí y otra también, para no quedar “fuera de moda”, como Scavarelli, Costa, Borreli, Amado, etcétera. Aquel antiguo clientelismo Batllista estatista, protector, con empleos asegurados de por vida, empresas públicas ineficientes y subsidiadas por todos (que solo fue atenuado por los gobiernos post dictadura y enfrentado por los gobiernos de Luis Alberto Lacalle y Jorge Batlle), se potencia con el gobierno de este conglomerado frenteamplista agravado por la injerencia gremial en el gobierno, que mantiene lo anterior y agrega dádivas sin contrapartida a la gente de bajos recursos y protección de delincuentes.
Los dos modelos subsistieron en épocas de excepcional bonanza económica y tuvieron y tendrán su ocaso cuando se termine la plata dulce de afuera, a la que desgraciadamente para todos, le queda poco tiempo. Agravado por una deuda externa que es cada vez mayor y una falta de soluciones y gestión interna a los acuciantes problemas de fondo del país. A algunos uruguayos les gusta que “le dean” todo con poco esfuerzo, por eso el sueño del empleo público seguro. Poco les gusta arriesgarse, agudizar su intelecto y jugarse su capital en emprendimientos propios. Ser empleado público o protegido por el paraguas gremial es mucho mejor que “pelearla a la intemperie”.
Esto trae aparejado que es mucho mejor lo malo conocido que plantea con su impronta totalmente conservadora el Frente Amplio, que el atreverse a soñar con gestas innovadoras y desafiantes. Es mejor arroparse en la medianía de esta atrasada y dependiente América Latina, que salir a competir, en busca de socios serios en el mundo con nuestras capacidades y posibilidades. Sigue dando rédito culpar al mundo de nuestra incapacidad. Aquí nadie obliga a trabajar en beneficio de la sociedad a aquellos que reciben ayuda estatal, nadie aprieta las difíciles clavijas de la educación, para que esta sea de excelencia y desterrar el pase social, o defiende al ciudadano honrado y trabajador, al que encima le obligan a entregar más del 30% de su ingreso mediante impuestos para mantener el Estado inoperante y el malandraje.
Hay que enseñar que “no hay almuerzo gratis” a pesar de las penurias que algunos pueden pasar. Si se entrega ayuda, hay que exigir contrapartidas de trabajo comunitario a los mayores y a los menores, enseñarles convivencia, educación, valores y oficios, para que se miren en el espejo del trabajo digno, de la superación individual y colectiva.
Violando la Constitución como tantas veces, ahora también en sus disposiciones electorales el inefable “Pepe” hizo campaña electoral activa, fiel a su pensamiento de que lo político está sobre lo jurídico. Si habrá cosa por hacer por el revolucionario Uruguay 2030, en que tanto dice mirarse el Frente Amplio, que difieran del continuismo conservador actual. 2.837.857-0