Paysandú, Jueves 27 de Noviembre de 2014
Opinion | 20 Nov Sin mucha alharaca previa, se ha concretado en las últimas horas un acuerdo de libre comercio entre China y Australia, que va en la línea de consolidar un incremento del intercambio comercial entre ambas naciones, que pasó de 86 millones de dólares hace cuatro décadas a unos 136.400 millones de dólares en 2014.
Cuando entre en vigor, el acuerdo eliminará los aranceles a los productos lácteos y vacunos australianos, así como a las exportaciones de ganado y carne ovina, además de los minerales, los productos gasísticos y petróleo crudo.
“Este es el primer acuerdo que China ha concluido con una economía importante y es el más completo que China ha suscrito con un país”, dijo Tony Abbott, primer ministro de Australia, al destacar que el pacto “aportará miles de millones a la economía, creará trabajos y proporcionará a los australianos altos niveles de vida”.
En el marco de este acuerdo bilateral, China se compromete a eliminar barreras al 85% de las exportaciones australianas, volumen que alcanzará en cuatro años al 93% y que llegará hasta el 95% cuando el TLC esté en plena vigencia, y se espera que el acuerdo contribuya con sus beneficios al sector manufacturero, minero, turismo y financiero de Australia.
Evaluado aisladamente, parecería que este acontecimiento no nos va ni nos viene a los uruguayos, teniendo en cuenta que se circunscribe si se quiere a un área muy lejana geográficamente de nosotros, pero en realidad el acuerdo de libre comercio que el pasado lunes firmó China con Australia refiere al hecho de que este último país es un competidor directo de Uruguay en productos como la carne, lana y lácteos, que van a poder colocarse a menor precio en el gigantesco mercado chino y eventualmente derramarse hacia otras naciones asiáticas.
Y mientras las negociaciones entre ambos países ha fructificado, este contraste deja otra vez al desnudo la falta de dinámica en el comercio exterior de un Uruguay que sigue atado al Mercosur, y en esta situación prácticamente no concreta relaciones preferenciales con otras naciones al tiempo que extiende la brecha con el resto del mundo.
Así, mientras siguen estancadas las conversaciones entre el bloque regional y la Unión Europea (UE), que lleva más de una década de idas y vueltas, tras nueve años de negociaciones, Australia y China llegaron a un Tratado de Libre Comercio (TLC) que permitirá que en cuatro años 93% de las exportaciones australianas a China queden libres de derechos aduaneros. A su vez, China, entre otras cosas, mejora las condiciones para invertir en Australia.
Ahora, en lo que refiere a lo que tenemos por esta latitudes, vienen a cuento las reflexiones vertidas a El Observador por Marcel Vaillant, profesor titular de Comercio Internacional de la Universidad de la República, al señalar que “toda vez que un competidor directo tuyo y con un padrón de negocios parecido al tuyo consigue acuerdos preferenciales, existe la potencialidad de un eventual desplazamiento” de ese negocio.
“Es un riesgo del que venimos alertando desde hace años, que se enmarca en seguir atado a una política de acuerdos con terceros extremadamente pasiva”, añadió. Gonzalo Oleggini, director de la licenciatura en Negocios Internacionales e Integración de la Universidad Católica, consideró que el acuerdo entre chinos y australianos pegará en rubros como la carne, los lácteos y las hortalizas, donde China accederá a esos productos con mayor facilidad. “A nosotros (por Uruguay) nos impactan porque en tres o cuatro años esos productos van a tener mayor apertura. Es un camino de no retorno. Es una situación en la que vamos a perder competitividad cada vez más. La brecha queda fija”, alertó.
“Es un juego en el que el que queda parado pierde, el que no arriesga pierde. El Mercosur no apuesta, no juega sus fichas, y así pierde”, sentenció Oleggini, al reflexionar que como regla comercial, China buscará el país o el bloque que ofrezca bienes más baratos y, frente a Uruguay, terminará pagando la carne o la lana un 25% menos al caer las trabas arancelarias con Australia.
Es decir que no solo no se avanza, sino que se pone en riesgo la continuidad de lo que se ha conseguido, si tenemos en cuenta que por ejemplo en lo que va del año, China es el principal destino en volumen para la carne bovina uruguaya, importando 71.691 toneladas por U$S 221 millones. Por tanto, el ingreso del país continente en condiciones preferenciales a este destino es un tema que tendrá su impacto en alguna medida en el comercio de Uruguay con la potencia asiática.
Mientras esto ocurre, en el Instituto Nacional de Carnes (INAC) se está “analizando” la estrategia de inserción internacional de Australia para compararla con Uruguay. Este país es un competidor directo de Uruguay en mercados claves como EE.UU., Europa, Chile, China, Rusia y Corea.
Otro de los productos donde Uruguay quedará en desventaja será en lácteos. En el último año, China se había convertido en un importante destino para la colocación de sueros y leche en polvo, pero este escenario corre peligro de deteriorarse a partir de esta nueva realidad que impone el TLC. Todo esto indica que no solo Uruguay, sino todo el Mercosur debe poner las barbas en remojo y superar diferencias, para avanzar en acuerdos preferenciales, como el que sigue negociándose con la UE, para no seguir perdiendo rueda en el mundo y comprometer la suerte de los mercados que trabajosamente hemos logrado incorporar en los últimos años y que nunca están seguros, precisamente.
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