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Paysandú, Sábado 29 de Noviembre de 2014

Con documentos

Opinion | 26 Nov En muchos hogares de inmigrantes hispanos, en muchos hogares de uruguayos que viven desde hace años en Estados Unidos, estos son días de fiesta. Y ello repercute aquí, en el paisito, donde los familiares de quienes por muy diferentes razones debieron emigrar, también viven la misma alegría. Los hasta ahora indocumentados se benefician de la decisión ejecutiva del presidente Barack Obama, que protegerá de la deportación y dará permisos de trabajo a más de cuatro millones de inmigrantes.
Claro, cuando se piensa que de los 310 millones de habitantes que residen en Estados Unidos, 55 millones son hispanos, esa cifra parece demasiado poco. Pero para esos cuatro millones es la mejor noticia de sus vidas. Y el resto de los indocumentados hispanos (se calcula que hay unos 13 millones actualmente) recuperan lo mejor, la esperanza.
Obama había prometido en 2008 -cuando los demócratas tenían mayoría parlamentaria- presentar una propuesta migratoria, pero no cumplió. Ahora, cuando ya no tiene esa mayoría, debió recurrir a un decreto. Que puede ser dejado sin efecto por el próximo presidente.
No obstante, la fuerza de la comunidad latina en Estados Unidos es ciertamente muy importante, y así lo reconoce la decisión de Obama. Millones de latinos están habilitados para votar, y es histórico el voto “de raza” latino.
Ronald Reagan y George Bush Jr., en 1987 y 1990, también por decisiones ejecutivas, beneficiaron a millones de indocumentados. Igual que ahora Obama. En este caso, los indocumentados que pueden estar incluidos en la decisión son quienes ingresaron antes del primero de enero de 2010. Hay que recordar que la gran oleada de uruguayos que partieron hacia Estados Unidos fue entre 2000 y 2002. Por lo tanto, sin dudas decenas de miles de compatriotas que viven en los States, que tienen su vida allá, que han encontrado su otro lugar en el mundo, pueden estar incluidos en el decreto presidencial.
Quizás para quienes no han vivido una experiencia migrante, o para quienes no tienen familiares que la han vivido o viven, resulte poco comprensible la diferencia entre vivir con y sin documentos. Pero es tan simple como poder compartir la vida cotidiana o tener que vivirla cual fantasma.
Esa es también una perversión. Porque detrás de la negativa para incorporar a los indocumentados a la vida “normal” claramente hay un hecho económico. La latina es la fuerza laboral por excelencia en Estados Unidos, en la base de la pirámide, en esos trabajos duros que nadie más está dispuesto a realizar.
A los latinos tampoco, pero es lo único que les queda. Por eso si no tienen documentos, no podrán ascender. Decirles “no” es antes que nada mantener firme esa fuerza laboral de mucho esfuerzo y poca paga. No son esclavos, porque igualmente viven mejor que en sus países de origen. Pero sí, son rehenes. Felizmente, aunque pocos, algunos ahora dejaron de serlo. Ojalá que dentro de ellos, muchos uruguayos. Y muchos sanduceros.


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