Opinion | 27 Nov La capacidad de innovación de un país, así como las posibilidades de realizar desarrollos propios o adaptados a sus necesidades en materia de ciencia y tecnología definen en muchos casos, a corto o largo plazo, su potencial de desarrollo y crecimiento.
Tradicionalmente la asignación de presupuestos a estas áreas ha sido escasa e insuficiente a la hora de definir las políticas nacionales y locales, aunque se trata de un tema que frecuentemente está presente en el discurso político y en las expresiones de deseos de nuestros gobernantes.
La conformación del Gabinete de Innovación, la creación del Sistema Nacional de Investigadores y el fortalecimiento de algunas áreas como la Dirección Nacional de Ciencia y Tecnología, que articula programas y propuestas a nivel de ciencias y de educación en ciencias --además de la mejora de las asignaciones presupuestales en los últimos años-- han colaborado para elevar el posicionamiento de estos temas en el país así como su impacto en diferentes sectores de actividad.
A modo de ejemplo, cabe señalar que Uruguay mejoró tres posiciones respecto a la medición del año anterior y alcanzó un puntaje de 6,32 en el Índice de Desarrollo de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC). Esta cifra es superior a la media regional (4,86) y al promedio de los países en desarrollo (3,84).
De los 19 países latinoamericanos evaluados, cinco mejoraron su ubicación en el ranking: Uruguay, Brasil, Colombia, República Dominicana y Bolivia. Además, Uruguay es el cuarto país mejor ubicado en toda América, sólo detrás de Estados Unidos, Canadá y Barbados. El informe destaca aspectos como que el 96% de las escuelas uruguayas tienen acceso a Internet (el número más alto de la región) y la mejora en la penetración de la banda ancha fija en el país, en la que se registró el mayor incremento y las tasas más altas de Latinoamérica.
En otro orden, la consolidación de un Sistema Nacional de Investigadores y de un Sistema Nacional de Becas, que ya alcanzó los 3.000 beneficiarios, que recibieron apoyo en formaciones de postgrado y una producción científica nacional de calidad que cumple con los mejores estándares internacionales y que lidera en calidad en promedio en América Latina, representa también un avance destacable.
Con estas bases, resulta importante --cualquiera sea el gobierno nacional que surja el próximo fin de semana-- continuar caminando en estas acciones necesarias para cimentar el desarrollo. Es necesario tomar seriamente el desafío de mejorar la educación de forma que nuestros jóvenes tengan mejores capacidades y puedan estar mejor posicionados para aprovechar los recursos que el país destina a la ciencia e innovación y que éstos también puedan llegar a las empresas que sustentan la actividad de importantes sectores de la economía nacional y necesitan aumentar su capacidad de innovación.