Paysandú, Miércoles 03 de Diciembre de 2014

Potencial de valor agregado todavía pendiente

Opinion | 01 Dic El desarrollo de la industria forestal en el Uruguay, debería extenderse mucho más allá de la implantación de montes para su industrialización con vistas a la obtención de pasta de celulosa, aunque sin dudas este objetivo nuclea el grueso de los montes que se han implantado en nuestro país a partir de la Ley de Desarrollo Forestal, que se aprobó a fines de la década del 80 y que ha comenzado a dar sus frutos en el tercer milenio, con dos plantas de celulosa ya en funcionamiento.
Pero la apuesta a la madera ha trascendido la celulosa, el aserradero y los chips, por cuanto estamos ante una materia prima de muy buena demanda mundial, pero que a la vez es posible y hasta impostergable dotarla de valor agregado dentro de fronteras, en una escala que mejore su rentabilidad con destino de exportación.
Es así que la carpintería de obra, los muebles, la construcción de viviendas, los contrachapados, son un escalón encima en la industria forestal en el que el Uruguay todavía no ha ingresado en la medida de sus posibilidades. Un área de gran potencial que todavía no ha sido plenamente explotada.
En este contexto es que debe evaluarse como un paso en la buena dirección --por lo menos en lo que refiere a intenciones y posibilidades-- el trascendido de que empresarios de Corea del Sur tienen interés en desembarcar en Uruguay para invertir en la industria forestal, de acuerdo a lo manifestado a El Observador por Pedro Soust, director de la Dirección General Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).
El jerarca explicó que durante su reciente gestión en ese mercado, varios empresarios le dijeron que están dirigiendo su mirada hacia América Latina y que “Uruguay, por un montón de factores, es uno de los países más mirados y no me hablaron de plantas de celulosa, me hablaron de otros productos, como energía, pallets, contrachapados, tablas y hasta cosméticos”.
Soust evaluó que esa inversión significaría una muy interesante introducción de tecnología innovadora, generando empleo y potenciando toda la cadena forestal, en tanto comentó que por las exportaciones de este año se concretará el ingreso de una cifra del orden de los 1.350 millones de dólares, similar a la de 2013, en cuanto al área forestal, con mercados que se siguen recuperando. Una muy buena perspectiva.
Debe tenerse presente que se completó el proceso de instalación industrial previsto con el inicio de actividades de la planta de celulosa de Montes del Plata, pero cuyo impacto en la producción recién se constatará a mediados de 2015, puesto que entró en fase de producción recién hace pocas semanas. Por otra parte, este año se han forestado entre 40.000 y 50.000 hectáreas, un 60 al 70 por ciento de ellas en áreas donde existía ya la explotación, y se decidió, tras la tala, matar las cepas y replantar clones que aseguran una mayor productividad, de acuerdo a lo informado por los técnicos. Se indicó que a esta altura el área forestada total del país alcanza aproximadamente 1.200.000 hectáreas, a las que se agregan unas 850.000 de bosques nativos.
El panorama forestal es auspicioso en cuanto a la inversión sostenida, aunque en lo concerniente a la producción de celulosa, si bien hay todavía posibilidades de expansión para abastecer una tercera planta en algún lugar del Este del país, hay dudas en cuanto a la capacidad de suministro de materia prima y, sobre todo, si es realmente conveniente seguir una expansión en aras de un uso que conlleva un porcentaje de valor agregado muy relativo.
Pero de lo que se trata sí es de promover inversiones como las que mencionaba el titular de la Dirección General de Desarrollo Forestal, teniendo en cuenta la existencia de capitales con intención de radicarse en América del Sur, hasta ahora solo concentrados en la industria de la celulosa.
En cambio, ha sido muy esporádica la diversificación hacia los contrachapados, aunque está en funcionamiento la planta de Weyerhauser en Tacuarembó y permanece cerrada la de Urupanel, que se intenta vender y reflotar.
Es cierto, no solo de materia prima se trata cuando se habla de procesos industriales, por cuanto su disponibilidad es solo uno de los aspectos. Cuando se trata de competir en el exterior, aparecen los costos internos del país, que en el caso de Uruguay están por encima de los estándares de la región y afectan la competitividad.
Si bien es cierto que es preciso promover la radicación de capitales para dar un salto de calidad en la inversión en el área forestal, también es preciso tener los pies sobre la tierra en cuanto a los instrumentos para que los inversores tengan el margen de rentabilidad mínimo que esperan.
Y es en este aspecto donde un país con muy buena disponibilidad de materia prima presenta serias vulnerabilidades, que son los costos a los que están sometidas todas las empresas sin excepción, cualquiera sea el ramo de su actividad, las cargas fiscales, los precios de combustibles y servicios públicos, así como el nivel de los salarios medidos en dólares, que implican que los capitales tengan que afinar muy bien el lápiz a la hora de las decisiones, y hasta la conflictividad laboral, por cuanto es parte de las dificultades que se toman en cuenta para determinar los riesgos de una inversión.


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