Paysandú, Miércoles 03 de Diciembre de 2014

Acuerdos para una gran base política

Opinion | 02 Dic Con el paso de las horas se van acallando los ecos de la jornada electoral del domingo, aunque naturalmente ya la decantación en buena medida comenzó el 27 de octubre cuando se conoció el resultado de la primera vuelta y por lo tanto la distribución de bancas con las que el gobierno electo se aseguraba la mayoría en la Cámara Baja y reafirmado ahora en la Cámara de Senadores, lo que indica que la segunda administración Vázquez como la primera, contará con una bancada parlamentaria en condiciones de llevar adelante sus propuestas. Es de esperar que no solo logre consenso en lo interno, sino que también promueva políticas que a diferencia de su primera administración, permitan además aglutinar a representantes de la oposición, de forma de enriquecer vertientes y procurar que en lugar de imposiciones de una parte a la otra, se concreten iniciativas que reflejen los distintos puntos de vista que tiene el tramado socioeconómico del Uruguay.
Lo que sí no puede soslayarse, más allá de los acuerdos internos de carácter político, es que el Uruguay, como país netamente exportador de base agropecuaria, asoma a un mundo bastante más complejo que el de hace una década, cuando nuestro país estaba saliendo de una dura crisis, y con los precios de los commodities en alza histórica, así como tasas de interés muy bajas y mercados receptivos a nuestros productos.
Un escenario muy favorable, sin duda, que permitió ingresos excepcionales para el Estado y que bien aprovechado, hubiera permitido generar infraestructura acorde a las necesidades del país y potenciar así sus puntos fuertes y reducir los flancos vulnerables.
Ello se logró solo parcialmente, y por lo tanto las perspectivas están constreñidas mucho más de lo que hubiera sido deseable y posible si se hubiera transitado por otros andariveles, con otras prioridades, por lo que las políticas aplicadas en este período han tenido luces y sombras, al punto de haberse atendido más que nada el presente y dejando para más adelante acciones relacionadas con la sustentabilidad, de cara al futuro. Es decir que se ha alternado entre atender urgencias y lo importante, llegado el caso, porque ello tiene mucho que ver con evaluaciones político-ideológicas de la realidad y la forma y “timing” para responder a los desafíos, lo que tiene que ver mucho con posibilidades de obtener rédito electoral, que es un componente que nunca hay que perder de vista cuando un gobierno necesita que le renueven la confianza cada cinco años para seguir llevando adelante sus políticas.
Y como país dependiente de sus exportaciones, corresponde analizar el escenario internacional a la luz de los cambios que se han ido procesando lentamente, y que refieren precisamente a la situación de nuestros principales mercados, como han respondido nuestros competidores y lo que se ha hecho en los últimos años en cuanto a política exterior y comercial para mejorar nuestras perspectivas.
Las noticias que llegan del exterior, sin ser preocupantes, deberían generar un alerta, por cuanto siguen dando cuenta de un decaimiento en el nivel de actividad. El Fondo Monetario Internacional evalúa por ejemplo que habrá una leve mejora en 2015, pero en un panorama en el que Europa no da señales fuertes de recuperación y en cambio hay analistas internacionales que consideran que puede llegar a una recesión, incluyendo a la locomotora alemana, nada menos. A la vez, en Japón la crisis económica ha obligado a llamar a elecciones anticipadas y China sigue enlenteciendo su crecimiento.
No les va mucho mejor a los países emergentes, por cuanto Brasil, India y Rusia están estancados, y en la otra orilla, Estados Unidos y Gran Bretaña tienen un comportamiento positivo, pero sin perfiles explosivos ni mucho menos, y con crecimientos muy moderados que no han logrado asentarse todavía.
En nuestro caso, la apuesta al Mercosur ha sido probadamente desalentadora, por deficiencia nuestra en algún caso, pero también porque los vecinos desarrollaron políticas bilaterales, y en el caso de Argentina ultraproteccionistas, lo que no se tradujo en complementaciones productivas ni mucho menos en integración, por lo que las expectativas en este caso se han diluido y la apertura y la diversificación han sido apuestas imperativas que igualmente no se han abordado con la decisión que era menester. Aunque, naturalmente, en este partido no hay un solo jugador y la contraparte también cuenta, pero el desafío consiste en tener la habilidad y la disposición para generar acuerdos comerciales de mutuo beneficio.
En este aspecto hay falencias y por lo tanto se deben rectificar rumbos, dejar de soñar utopías con un Mercosur que no ha podido concretar siquiera un solo acuerdo entre bloques, y que hace quince años que está en conversaciones con la Unión Europea sin haber llegado todavía a nada concreto.
Mientras tanto, Australia y Nueva Zelanda, directos competidores en varios rubros agropecuarios, e incluso Sudáfrica, han suscripto tratados preferenciales para sus productos, tanto bajo la forma de Tratados de Libre Comercio (TLC) como convenios bilaterales, sobre todo con países asiáticos, con China como su mayor exponente, naturalmente. Precisamente Australia está a punto de suscribir un TLC con Corea y Japón, nada menos.
Por otro lado, está en marcha el acuerdo Transpacífico, con países de América Latina con costa hacia el océano Pacífico, al que se sumaría Estados Unidos, que también enlazaría intercambio comercial con Asia, mientras en el caso uruguayo seguimos en un Mercosur que no nos permite celebrar tratados preferenciales bilaterales con terceros países y menos aún con bloques, lo que nos condiciona severamente y nos encierra en la región.
Este panorama dista de ser auspicioso si es que no se rectifican rumbos, empezando por liberar ataduras en el Mercosur, de forma que este acuerdo evolucione a formas más adecuadas a la realidad comercial, productiva y socioeconómica de la región, pero sobre todo siguiendo el ejemplo de nuestros competidores, con una mirada desprovista de connotaciones político-ideológicas y centrándonos en defender nuestros intereses comerciales, para priorizar la calidad de vida de la población.


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