Paysandú, Lunes 08 de Diciembre de 2014

Fueron explotadas durante todo el año y abandonaron la escuela

Utilizaban una capilla y un puente para la explotación sexual de niñas

Policiales | 04 Dic Una capilla y un puente eran los sitios utilizados para mantener relaciones con niñas víctimas de explotación sexual descubierta por la Policía en el comercio de un pueblo del interior del departamento, cuya población apenas supera los 180 habitantes, en una situación que se extendió durante todo el presente año y salió a luz a raíz del abandono escolar de las menores implicadas, según establece la Sentencia Interlocutoria Nº 3396, IUE 302-591/2014, dictada por el Juez Letrado de 1º Instancia de Paysandú de 2º Turno, Fernando Islas Preyones, y divulgada públicamente por la División de Comunicación Institucional de la Suprema Corte de Justicia. Desde hace aproximadamente un año, D.M.S. montó en su domicilio un comercio que diariamente giraba como almacén y los fines de semana y algunas fechas, particularmente cuando los trabajadores de la zona cobraban sus haberes entre el 1º y 15 de cada mes, también como local bailable.
Desde su inicio, las niñas, que entonces concurrían a la escuela de la localidad, comenzaron por invitación de la dueña del bar a asistir a los “bailes”.
Dos de las niñas son hermanas, vivían con su padre A.M. y sus dos hermanas mayores de edad, quienes tienen un hijo cada una, en una vivienda,--según surgió del relevamiento fotográfico del equipo de Policía Científica--, extremadamente precaria, ubicada a unos 150 metros del comercio. La otra niña, por su parte, amiga de las dos hermanas y asidua concurrente al almacén, convivía desde hacía una semana con una tía a la que se le había conferido la tenencia, atento a la enfermedad siquiátrica que padece la madre de la menor y el eventual estado de vulnerabilidad en el que se hallaba.

SU MADRE LAS DEJÓ
La madre de las niñas hermanas vivía desde hace algunos meses en Paysandú con su nuevo concubino, y sabía lo que sucedía con sus hijas. “Yo hace dos meses que me vine del todo a Paysandú para no seguir teniendo más problemas; a mí me dolía lo que le hacían a ellas, yo las hablé, les di consejos, obedecen a otras que no son sus madres, no iban a la escuela y las otras le decían que no vayan a la escuela, que hicieran eso, y por eso me vine del todo” declaró la madre de las niñas en sede judicial.
“Cada vez que llamo al padre, le pregunté dónde estaban las nenas y me dijo que se iban todos los días para ‘Villa Cariño’, que no podía con ellas” añadió.
Expresó gráficamente que sus hijas en o “Villa Cariño” hacían “cualquier relajo, empezaban a las 19 y terminaban a las 5. Mi hijo las encontró ahí y me llamó a las 3 de la mañana; le dije que llamara a la Policía. Y las encontró haciendo novio todavía”. Expresó que sabía que sus hijas estaban teniendo sexo con hombres por plata, aunque aclaró que “ellas nunca llevaron un peso”.
Por su parte, el padre de las niñas declaró que sabía que sus hijas concurrían a ese lugar, en donde permanecían hasta las 3 o 4 de la mañana. Dijo que sabía que sus hijas tenían sexo por dinero “por comentarios de la gente de ahí, ellas nunca trajeron nada a casa. Son comentarios de los gurises”. A pesar de eso, no denunció la situación. “Los vecinos le han hecho denuncias a D.M.S.; yo no denuncié nada” admitió. Sí concurrió a hablar con la dueña del comercio y le pidió que “las corriera, que ella era la bolichera, y yo les dije que no vayan”.
Las niñas confirmaron que su padre les había manifestado que no concurrieran al comercio, pero que “no le hicieron caso”, y que su madre “jamás les prohibió concurrir a ese lugar”.

EN LA CAPILLA Y EL PUENTE
Todas las manifestaciones coincidieron en que las niñas concurrían solas al, donde permanecían aproximadamente hasta las 4 de la madrugada, ingerían bebidas alcohólicas con los clientes y luego mantenían relaciones sexuales en las instalaciones externas de la capilla de la localidad o en un puente.
D.M.S. dueña de “Villa Cariño” confesó que, al poco tiempo de abrir el negocio en su domicilio, invitaba por mensajes de textos a algunas jóvenes del pueblo y a los jóvenes, a quienes les anunciaba que “iban a estar con las chicas”. Confesó que sus clientes le confirmaron que mantenían relaciones sexuales con las niñas, cuyas edades conocía. D.M.S. también reconoció que las niñas eran usadas como “llamador” para que fueran clientes a consumir bebidas alcohólicas. Las tres niñas manifestaron que D.M.S. les había advertido que podían llegar a comparecer en el juzgado por concurrir a los bailes, lo cual --según especifica el juez Islas-- “evidencia a priori de que la misma (D.M.S.) conocía el alcance de su acción”.
Las niñas también declararon que no mantenían relaciones sexuales a cambio de dinero sino que, luego de terminar los “bailes”, era frecuente que “por decisión de ellas lo hicieran con algunos de los clientes del local; generalmente en la capilla de la localidad”. Las tres niñas y las hermanas mayores de dos de ellas eran quienes concurrían frecuentemente a pedido de la dueña, mientras que los hombres cuadruplicaban el número. Generalmente, los parroquianos eran mayores de edad, residentes del lugar o trabajadores de establecimientos rurales, de la zona, quienes concurrían a pedido de la comerciante.

INICIADAS EN EL BAR
Las niñas admitieron haber tenido relaciones sexuales luego de haber comenzado a concurrir al local a bailar y siempre fue con clientes del mismo, así como que, coincidentemente, abandonaron prácticamente la escuela. La situación fue advertida por la directora del centro escolar ya que las dos niñas que son hermanas tienen un promedio de 100 faltas en el año en curso en la escuela, lo que dió origen a la investigación. Por las fechas aportadas por las niñas, tenían 12 años cuando mantuvieron por primera vez relaciones sexuales.
Uno de los tres hombres que resultaron procesados dijo que “nosotros íbamos seguido al comercio, y cuando estábamos ahí a veces iban (las menores). Yo no sé si ellas se están prostituyendo, a mi nunca me cobraron. Como a las 10 empieza el baile y cierra al amanecer, o más temprano”.

“ESTÁN LAS GURISAS”
Añadió que la dueña del almacén enviaba mensajes para avisar que había baile y que “a veces me ponía, ‘mirá que están las gurisas bailando’”. Respecto a la niña con la que mantuvo relaciones sexuales, indicó que sabía tenía entre 12 y 13 años, pero aclaró que no hubo pago de dinero. “Ella estaba conmigo porque le gustaba y a mi también”, señaló.
En su fundamentación, el juez Fernando Islas citó al “Adaptado de Explotación Sexual Comercial, contenidos mínimos en materia de explotación sexual de personas menores de edad según las normas internacionales, OIT/IPEC, Costa Rica, 2004”, ya que allí se destaca que “la explotación sexual comercial es una violación a los derechos humanos de los niño/as y adolescentes, una forma de violencia sexual, una forma moderna de esclavitud y en definitiva un delito”.

NO PUEDEN COSENTIR
“Los niños, niñas y adolescentes no pueden consentir la explotación sexual comercial y son las personas adultas, las comunidades y el Estado, quienes tienen la responsabilidad de detener este delito”, establece el documento citado por el juez.
Luego de una extensa fundamentación, el juez Islas resolvió procesar con prisión a D.M.S.A., dueña del comercio, por un delito de contribución a la explotación sexual de personas menores de edad, sin prisión a B.I.M.M. y A.M. por omisión a los deberes inherentes a la Patria Potestad, y a A.A.Z., M.I.D., y W.G.D. por un delito de corrupción.
El magistrado también ordenó que el equipo multidisciplinario de la sede practique los informes psicológicos solicitados por la fiscalía.
También resolvió que se envíe un oficio a Jefatura de Policía a efectos de conocer las denuncias o novedades existentes contra el comercio”.


EDICIONES ANTERIORES

A partir del 01/07/2008

Dic / 2014

Lu

Ma

Mi

Ju

Vi

Sa

Do

12

12

12

12

Diario El Telégrafo

18 de Julio 1027 | Paysandú | Uruguay
Teléfono: (598) 47223141 | correo@eltelegrafo.com