Paysandú, Martes 09 de Diciembre de 2014
Opinion | 03 Dic Siete sanduceros se han propuesto recuperar la estatua de la Libertad, que estaba en la hoy plaza Constitución, en el mismo lugar donde actualmente está la estatua a Leandro Gómez --y donde antes estuvo la fuente--, que fuera destruida por un cañonazo del primer día de bombardeo, el 6 de diciembre de 1864, cuando Paysandú comenzaba a defenderse; cuando sus escasos en número y cuantiosos en coraje soldados y población civil, comenzaban ese periplo de sangre y dolor hacia la inmortalidad.
En aquellos días, importaba menos dejar para las generaciones que vendrían las características de la estatua destruida que tratar de salvar la ciudad, sitiada por miles de hombres. Y tras la caída, la urgencia de la reconstrucción hizo que algunas partes del caído monumento fueran utilizados como basamento. Buen fin, porque la libertad se conquista desde los cimientos.
Hoy, cuando ya han pasado ciento cincuenta años de aquellos hechos que forjaron en buena medida el carácter de esta ciudad, combativa, luchadora, inquebrantable en la defensa de los suyos, hay quienes volvieron a preguntarse por aquella estatua. No una cualquiera. Porque fue la primera que tuvo una figura humana en el país, aunque no se sabe si una escultura mortuoria, en algún cementerio, pudo tener por entonces, una representación humana. Pero en espacios públicos, fue la primera.
Esculpida por José Livi por encargo de Basilio Pinilla, cómo era la estatua se ha perdido en el tiempo y los historiadores no han podido descubrir los detalles de esta obra única. No solo por ser la primera en el país, también porque fueron los residentes de la ciudad los que contribuyeron con dinero para cubrir los gastos.
Pensaban en libertad, y la colocaron en el centro de la ciudad, para que todos pudieran apreciarla, para que nadie pudiera olvidarla. Ese concepto les hizo levantar las armas en su defensa, entregar sus vidas, ver destruidas sus posesiones.
Y por aquella sociedad de mediados del siglo XIX, bien vale ahora, comenzado ya el siglo XXI, el esfuerzo de los sanduceros de hoy por recuperar ese trozo tan clave, tan importante de nuestra historia. Lo primero, que ocurrirá a mediados del año que viene, será recuperar el basamento, del cual sí hay registros históricos. Luego será tiempo de la estatua. Que podrá ser como la original si se encuentran los detalles o una representación tomando en cuenta el estilo de la época.
Pero tan buena idea de estos siete ciudadanos (y vaya número) merece el respaldo primero y el apoyo luego de todos. En esto no puede haber divisiones, la libertad nos convoca una vez más. Viviendo en libertad, esa que tanto costó en época de nuestros antepasados, lo que hoy hay que recuperar es aquel monumento emblemático.
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