Paysandú, Martes 09 de Diciembre de 2014
Opinion | 08 Dic Seguramente el próximo ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, y su colega del Ministerio de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Novoa, tendrán entre sus prioridades hacer frente a los nuevos desafíos para la inserción comercial e internacional de Uruguay, posiblemente apartándose de la visión ideologizada que caracteriza la administración del presidente José Mujica, cuya última manifestación es sin dudas el dar asilo a los recién llegados ex presos de Guantánamo.
En lo que refiere al plano comercial, un elemento que ha generado un cambio de escenario significativo es la concreción reciente del acuerdo de libre comercio entre China y Australia, que va en la línea de consolidar un incremento del intercambio comercial entre ambas naciones, que ha sido de 136.400 millones de dólares en 2014.
El acuerdo de referencia eliminará los aranceles a los productos lácteos y vacunos australianos, así como a las exportaciones de ganado y carne ovina, además de los minerales, los productos gasísticos y petróleo crudo, es decir una amplia gama de rubros en los que se derriban barreras arancelarias y se generan condiciones de intercambio para beneficio mutuo, y ello naturalmente en desmedro de mercadería similar proveniente de otros orígenes.
“Este es el primer acuerdo que China ha concluido con una economía importante y es el más completo que China ha suscrito con un país”, dijo Tony Abbott, primer ministro de Australia, al destacar que el pacto “aportará miles de millones a la economía, creará trabajos y proporcionará a los australianos altos niveles de vida”. Es así que China se compromete a eliminar barreras al 85% de las exportaciones australianas, volumen que alcanzará en cuatro años al 93% y que llegará hasta el 95%, cuando el TLC esté en plena vigencia, y se espera que el TLC contribuya con sus beneficios al sector manufacturero, minero, turismo y financiero de Australia.
Uruguay, a miles de kilómetros de distancia, va a ser afectado por este nuevo canal bilateral entre los citados países del eje del Pacífico, por cuanto el acuerdo de libre comercio que firmó China con Australia involucra a un país que es un competidor directo de Uruguay en productos como la carne, lana y lácteos, que van a poder colocarse a menor precio en el enorme mercado chino, con perspectivas de ser enlace con otras naciones del Este.
No puede soslayarse el contraste entre esta exitosa negociación y la lentitud y falta de dinámica en el comercio exterior que involucra al Mercosur, que sigue envuelto en sus limitaciones y paralizado, sin concretar relaciones preferenciales con otras naciones ni bloques.
Es que desde hace ya más de una década siguen estancadas las conversaciones entre el bloque regional y la Unión Europea (UE), mientras en nueve años de negociaciones Australia y China llegaron a un Tratado de Libre Comercio que permitirá que --en cuatro años-- el 93% de las exportaciones australianas a China queden libres de derechos aduaneros. A la vez China, entre otras cosas, mejora las condiciones para invertir en Australia.
Pese a que todavía no se haya generado una reacción directa en esferas de gobierno, teniendo en cuenta que estamos ante recientes elecciones y llegamos ya a una etapa de transición entre los gobernantes que salen y los que lleguen, aunque sean del mismo partido, es claro que si un competidor directo consigue estas condiciones preferenciales, existe la firme posibilidad de que los negocios hacia un destino como China encuentren serias dificultades y eventualmente puedan ser desplazados.
Es un riesgo notorio que mientras el Mercosur sigue en sus trece, el acuerdo entre chinos y australianos tiene el potencial de afectar rubros como la carne, los lácteos y las hortalizas, pues China accederá a esos productos con mayor facilidad. En poco tiempo, unos dos o tres años, esos productos van a resultar más caros en el mercado asiático que sus similares australianos, por efectos del tratado, y ello implica perder más competitividad.
Como regla comercial, naturalmente, China buscará el país o el bloque que ofrezca bienes más baratos y, frente a Uruguay, terminará pagando la carne o la lana un 25% menos al caer las trabas arancelarias con Australia, y no se necesita ser experto en economía y relaciones comerciales para evaluar sus consecuencias negativas en nuestro país.
Australia es un competidor directo de Uruguay en mercados clave como EE.UU., Europa, Chile, China, Rusia y Corea, y hasta hace poco tiempo estaba sufriendo restricciones de China para exportar su carne por el uso de hormona, pero la firma del TLC cambió totalmente el panorama, y ya no hay dudas de la proyección del tratado bilateral en la corriente comercial y las inversiones con China, que será un destino más caro en comparación con el competidor ganador de este espacio de preferencia. Australia va a elevar sus posibilidades de negocios con China, mientras nosotros seguimos atados a un Mercosur fuertemente ideologizado y que ha seguido funcionado como un Club de Amigos, donde lo político prima por sobre lo jurídico, como ha sostenido Mujica, y ha quedado reafirmado por ejemplo con el ingreso de Venezuela y la suspensión de Paraguay “por decreto”, a contramano de la normativa vigente.
En este momento todo el Mercosur --y no solo Uruguay--, pese a su pasmosa lentitud e incapacidad de reacción y de actualizarse, debe encarar decididamente las respuestas y avances que han estado parcamente ausentes. Así podrá superar diferencias, como las que recurrentemente trae a colación Argentina, para avanzar en acuerdos preferenciales --como el que sigue negociándose con la EU-- y no seguir perdiendo rueda en el mundo y comprometer la suerte de los mercados.
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