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Paysandú, Martes 16 de Diciembre de 2014

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Opinion | 10 Dic Durante la reciente campaña electoral hubo constantes compromisos de la fórmula presidencial que a la postre resultó electa, compuesta por el doctor Tabaré Vázquez y el licenciado Raúl Sendic, así como de varios de los actores que promovieron y acompañaron su postulación, en que al asumir el próximo gobierno una de las prioridades sería realizar un shock en materia de infraestructura. Luego de anunciado por el doctor Vázquez los nombres de los integrantes del gabinete que le acompañará, entre ellos quien ya tuviera la responsabilidad de estar al frente del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, Víctor Rossi, comienzan a relativizarse aquellos anuncios.
El ministro designado para esa cartera, hombre de confianza de Vázquez, ha dicho en el programa “De Diez a Doce” de Radio Uruguay, que no habrá un shock de infraestructura, sino “un plan para poner en marcha recursos e instrumentos”. Además, resaltó que “no se parte de la nada ni del peor momento del estado de las rutas nacionales”, según consta en el portal de la emisora oficial.
Es imperioso que aquel compromiso de campaña les sea recordado a los miembros del futuro gobierno para que no se siga postergando la recuperación de las rutas nacionales.
Las promesas realizadas por Vázquez y Sendic, en su momento, hablaban de una recuperación de las rutas que comprometería no solamente recursos de origen presupuestal, sino que se saldría a captar el apoyo del sector privado mediante diferentes mecanismos con los que hoy cuenta el país, por ejemplo, la Participación Público Privada (PPP), una herramienta que por el momento ha tenido poco andamiento, aunque todavía es reciente su puesta en marcha.
Es claro que la participación de los privados en la idea de restablecer la infraestructura se producirá en la medida en que se pueda visualizar un negocio allí. Desde este punto de vista, es de esperar que si la coyuntura no resulta favorable para la recuperación de la inversión y con cierto margen de renta, los privados no participarán. Poner la recuperación de la infraestructura en condicional en función de si aparecen o no aportes privados podría ser hasta peligroso.
Otro detalle es la adjudicación de prioridades a la hora de planificar esa recuperación de la infraestructura vial. El norte del país evidencia un rezago muy notorio, en términos de décadas, quizás, de la zona metropolitana y la faja costera. Las rutas transversales, como la 26, la 14, incluso la 90, no son de las que más puedan apetecer a los inversores, de no mediar algún incentivo gubernamental que permita poner en la balanza la histórica postergación.
Por esto es importante recordar el compromiso asumido y la diferencia de condiciones de las que se parte, que como dijo Rossi, no se parte de cero, pero estamos lejos de condiciones que garanticen seguridad en las rutas.


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