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Paysandú, Martes 23 de Diciembre de 2014

Mujeres con discapacidad tienen barreras para acceder a servicios de salud sexual

Locales | 16 Dic La licenciada en psicología Antonia Irazábal estuvo a cargo del taller “Barriendo Barreras”, que se ofreció días pasados en nuestra ciudad en el marco de la programación por la semana internacional de los derechos de las personas con discapacidad.
Irazábal explicó que el taller “es una estrategia que el Programa Nacional de Discapacidad, Pronadis, ha ido instrumentando en todo el país junto con las oficinas territoriales del Mides. Se reúne al personal de la salud, al personal que está trabajando con discapacidad y a las personas con discapacidad para contarles los resultados de una investigación que se hizo en Montevideo, sobre la accesibilidad a los servicios de salud sexual que tenemos las mujeres con discapacidad”.
Tal investigación detectó que hay muchas dificultades para que una mujer con discapacidad “pueda tener atención en su salud sexual y pueda recibir información y asesoramiento para tener una conducta sexual responsable y una planificación de su vida futura en forma libre y en conocimiento de todas las oportunidades que las mujeres uruguayas tenemos”.
En función de los resultados de ese estudio, se plantea en cada lugar el objetivo de pensar junto a los diferentes actores cómo se pueden disminuir tales dificultades. Según explicó Irazábal a EL TELEGRAFO, las barreras para su estudio se dividieron en cuatro tipos: físicas, de comunicación, de información y actitudinales, “pero en la vida cotidiana de cualquier persona con discapacidad estas barreras se conjugan y se dan todas juntas en los entornos y en el trato con el resto de la población”.

BARRERAS
Entre las barreras físicas se encuentran las más notorias, “si hay rebajes de cordón, si hay escalones o escaleras, rampas, baños accesibles, pero también en las alturas en las que están las cosas, los pestillos, las llaves de luz, las alturas de las carteleras con información, las alturas de los expendedores de los números, para que las personas en sillas de ruedas o con dificultades para su desplazamiento puedan alcanzarlas y hacer uso de los lugares, no solo entrar o salir, sino usar los lugares de la misma manera que las demás personas”, indicó. Agregó como un ejemplo específico que “las camillas ginecológicas son inaccesibles, porque implican escalones y un desplazamiento dentro de los locales que no siempre está previsto. Así como tampoco está previsto el ancho de las puertas o los espacios entre los mobiliarios que son muy escasos y hace que la mujer siempre aumente su dependencia frente al personal de la salud”.
Las barreras de comunicación, dijo, “son, por excelencia, las barreras de la población sorda, porque los profesionales y la mayoría de la población no conocemos la lengua de señas uruguaya, que es la forma de comunicación de esta población y además hay mitos sobre ellos, como por ejemplo, que todos saben escribir y leer y eso no es así. O que todas las personas sordas leen los labios, entonces damos por entendido que la población accede a una información que podemos publicitar en las radios, en la tele o a través de folletos y la comunidad sorda queda por fuera. Por tanto, no está en conocimiento de sus derechos y no puede ejercerlos y cuidar su salud sexual como corresponde”.
Las barreras de información son las que caen sobre la población con discapacidad visual, “porque la información en general está en folletos, en carteleras, en páginas web, es decir, información que la persona ciega no puede manejar. El llegar hasta los lugares es a veces muy complicado porque nos cambian los consultorios, porque hay que ir de un lado al otro y no hay información que la persona ciega pueda utilizar para guiarse. Y eso vuelve absolutamente dependiente de un acompañante y muchas veces afecta la intimidad de la consulta”.

MITOS
Irazábal expresó que el cuarto tipo, las barreras de actitud, responde a los mitos, a las leyendas y a los prejuicios que hay sobre la población con discapacidad. Es un mito, “por ejemplo, que somos una población asexuada, como si no fuéramos hombre y mujeres, niños o adolescentes que evolucionan; parece que fuéramos niños y niñas eternos, que siempre fuéramos a quedar al cuidado de alguien y entonces cuando proyectamos nuestra vida como madres o padres o trabajadoras, se nos ve como cuestionadas, porque no es lo que los demás esperan de nosotros. Es muy difícil plantear una vida sexual plena, responsable y disfrutable, como la que podemos pretender para toda la población”, dijo la psicóloga. Para Irazábal “cambiar las actitudes es quizás lo más barato de hacer, pero sin dudas es lo más difícil, porque también la población con discapacidad se ha hecho parte de estos mitos, entonces parece que si tenés discapacidad, es abarcable y toda tu vida pasa por eso y no tenés otros aspectos para disfrutar. Pareciera que dependemos de la opinión del mundo, si todos creen que no podemos, nos quedamos en casa, en el aislamiento”.

INFORME
El estudio en el que se basa la conferencia “Barriendo Barreras” se realizó con el apoyo de Naciones Unidas, a través de su agencia ONU Mujeres, con la iniciativa de la Secretaría de la Gestión para la Discapacidad de la Intendencia de Montevideo, con la Organización de la Sociedad Civil y el Programa Nacional de Discapacidad. Casi 300 mujeres con discapacidad, mayores de 18 años, que alguna vez concurrieron a un servicio de salud sexual fueron encuestadas. Después, se trabajó en talleres, para evaluar la situación de los derechos sexuales y reproductivos.
Antonia Irazábal es graduada en la carrera de psicología en la Universidad de la República. Además, es no vidente y tiene, por supuesto, una historia personal de lucha contra esas barreras. “Los niveles de complejidad van siendo diferentes a medida que uno va ganando autonomía, ganando conocimiento, fortaleciendo la autoestima, teniendo otros ejes de identificación, que no son solo la discapacidad, sino otras mujeres, otras personas. Hay mucha lucha ya ganada, hay muchos derechos que se han ido construyendo, pero creo que nos queda, a las mujeres con discapacidad, la responsabilidad de trabajar por aquellas que todavía no han logrado dar este paso. Nos queda mucho trabajo”, afirmó.


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