Paysandú, Miércoles 24 de Diciembre de 2014
Opinion | 19 Dic Aunque no es toda una sorpresa, porque es el corolario de un proceso que ha llevado tiempo y arduas negociaciones que insumieron más de un año, ha tenido igualmente impacto mundial el anuncio de los mandatarios de Estados Unidos y Cuba, Barack Obama y Raúl Castro respectivamente, que se reanudarán las relaciones diplomáticas entre ambos países, al cabo de más de medio siglo de un conflicto que fue parte de la Guerra Fría que marcó buena parte de la política en el hemisferio durante el último siglo.
Este histórico acercamiento entre los dos países, fue signado con un “he dado instrucciones al secretario (de Estado, John) Kerry para que inicie de inmediato discusiones con Cuba para restablecer relaciones diplomáticas, que han estado interrumpidas desde enero de 1961”, dijo Obama en un discurso pronunciado desde la Casa Blanca, en el que anunció un alivio del embargo comercial.
Exactamente a la misma hora, Raúl Castro afirmaba desde La Habana en un discurso televisado que “hemos acordado el restablecimiento de las relaciones diplomáticas” con Estados Unidos.
En la oportunidad el jefe de Estado estadounidense admitió que la política desarrollada hacia la isla en los últimos 50 años por su país había fracasado, en tanto Castro reclamó avanzar hacia el fin del “bloqueo” o embargo económico a su país.
Debe tenerse presente que la decisión de Obama de cambiar la política hacia Cuba, que “busca renovar el liderazgo en el continente americano”, según la Casa Blanca, fue anunciada un año después del histórico apretón de manos entre Obama y Castro en Sudáfrica durante los funerales del expresidente Nelson Mandela.
También se menciona la posibilidad de que en esta reversión del diferendo histórico entre Washington y la nación del Caribe, y tras restablecerse recíprocamente embajadas, Obama podría visitar Cuba, e incluso el portavoz del mandatario, Josh Earnest, dijo que “si hay una oportunidad para el presidente de visitar (la isla), estoy seguro de que no la rechazaría”. Por otro lado, el mandatario estadounidense confirmó su participación en la Cumbre de las Américas que tendrá lugar en Panamá en abril de 2015 y a la que Cuba ha sido invitada.
Estos son solo algunos de los elementos que han surgido en la vorágine de acontecimientos de las últimas horas, que también involucran un intercambio de presos entre ambos países: Cuba liberó al contratista estadounidense Alan Gross, detenido hace cinco años por supuestas actividades de espionaje, mientras Estados Unidos hizo lo mismo con Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, tres cubanos detenidos por similares razones en Florida. Además, se indicó que Cuba envió de regreso a Estados Unidos a un oficial de inteligencia de origen cubano que trabajó para Washington y llevaba casi 20 años preso en la isla, cuyo nombre se mantiene en secreto. Asimismo, Cuba se comprometió, en el marco de este acuerdo, a liberar a más de 50 presos políticos, de acuerdo con altos funcionarios estadounidenses. Paralelamente, Estados Unidos anunció una serie de medidas que favorecerán el comercio y las comunicaciones con la isla, además de iniciar los trámites para eliminar a Cuba de la lista de países que favorecen el terrorismo.
Es inevitable una mirada retrospectiva con relación al escenario que se vivió en este largo conflicto que se inició en 1961, en plena Guerra Fría entre Occidente y los países de detrás de la Cortina de Hierro, con Estados Unidos y la Unión Soviética a la cabeza respectivamente.
A partir de entonces, mientras Estados Unidos aplicó un bloqueo comercial, económico y financiero a Cuba, La Habana también se dedicó a “exportar” la revolución hacia otros lugares del mundo, como América Latina y África, con el “desembarco” del Che Guevara en Bolivia y el envío de tropas cubanas a Angola, entre otros hechos que pautaron ese período de duros enfrentamientos ideológicos.
Y más allá de las vicisitudes y episodios que han jalonado este difícil período, con hechos fundamentales, como el derrumbe de la ex Unión Soviética y los países del Este, que sostenían la economía cubana a toda costa, las últimas décadas han puesto de manifiesto el fracaso de la revolución cubana, que la dictadura castrista culpa a Estados Unidos debido al “bloqueo” económico.
Mientras tanto, las sucesivas administraciones de gobierno de Estados Unidos le han errado feo al tratar de “asfixiar” económica y financieramente a Cuba, primero, porque el mundo no es solo Estados Unidos, y el resto de las naciones no se ha plegado a este bloqueo y ha establecido comercio y líneas de contactos con Cuba, más allá de los torpes dictados de Washington. Y por otro lado, porque lejos de lograr los objetivos que se buscaban, lo que ha logrado es simplemente dar la excusa que buscada el gobierno cubano para “justificar” el fracaso del régimen comunista de La Habana. Con estos cambios se terminan las excusas, y hasta no sería de extrañar que en poco tiempo la “revolución” termine financiada por la inversión “capitalista” en esta isla paradisíaca que por haber estado aislada al mundo durante tanto tiempo, es casi virgen para la industria turística.
Lamentablemente quien ha pagado las consecuencias durante las últimas décadas es el sufrido pueblo cubano, que vive en dictadura más allá de logros significativos en materia de cobertura de salud, y distribuir más o menos equitativamente una miseria generalizada, con la excepción del buen pasar de los integrantes de la burocracia gobernante.
Hace rato que Estados Unidos debió haber dado una vuelta de timón drástica a sus políticas, como lo que inteligentemente se ha atrevido a hacer el presidente Obama, y es de esperar que no solo cese el bloqueo que está aplicándose por ley contra el régimen cubano, sino que se llegue a una plena normalización de relaciones, que se den las condiciones para que se pueda invertir en Cuba y que el denostado capitalismo vaya a salvar la economía cubana.
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