Paysandú, Sábado 27 de Diciembre de 2014
Rurales | 21 Dic Un trabajo de investigación llevado adelante por el ingeniero agrónomo Donald Chalkling en las instalaciones de la Sociedad Rural de Río Negro (SRRN), estableció la importancia que el primer invierno tiene en el futuro del novillo con destino a la Cuota 481, mostrando en los extremos que, para obtener animales que bonifiquen y que son los que más convienen a la industria, “tiene que ser bien tratado al principio”, ya que “de nada nos sirve encerrar a un animal y apostando a la cuota, cuando lo castigué de entrada”, manifestó a EL TELEGRAFO.
El profesional sanducero fue uno de los expositores de la jornada realizada en la sede de la SRRN, denominada “Intensificando la recría en bovinos y sus posteriores efectos sobre la productividad”, a la que asistieron productores y técnicos de diferentes zonas del país, generándose un fructífero intercambio entre los participantes.
Chalkling presentó datos primarios de un trabajo que desarrolla desde hace cinco años con novillos Aberdeen Angus en el predio de la Sociedad Rural de Río Negro, sobre Ruta 3, dos kilómetros al norte de la ciudad de Young. Es un convenio entre el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), la SRRN y la Sociedad de Criadores de Aberdeen Angus del Uruguay (Scaau). Aclaró que se trabaja básicamente en la raza Angus, para “complementar la información que genera INIA La Estanzuela con base Hereford, y entre las dos estaciones, complementar los ensayos de invernada, lo que amplía mucho la base de información”. La propuesta es “recría de novillos y terminación”, subrayó. “Ingresamos al sistema ejemplares de 150 a 190 kilos, haciendo tratamientos diferenciales en cada generación. Son tres generaciones con las que trabajamos y a cada una de ellas en el primer invierno le hicimos un manejo diferencial, y así obtener mayores y menores ganancias de peso”.
“Lo que hicimos es que a un lote de esa generación, lo castigamos en la ganancia de peso restringiéndole esa ganancia y al otro lote lo dejamos obteniendo buenas ganancias, por encima de los 500 gramos diarios”, explicó Chalkling.
Finalizado ese primer invierno, que va de 80 a 100 días, “juntamos los lotes y efectuamos un manejo en conjunto básicamente a pasturas, hasta terminar la recría. Luego los ingresamos al corral pesando en el eje de los 350 a 380 kilos de peso, haciendo a partir de ahí una terminación a corral y posterior faena”. Manifestó que “se vio que animales castigados en el primer invierno no logran la performance, tanto productiva como de rendimiento después en el frigorífico, como esperábamos de los otros lotes que lograron un mejor desarrollo en su primer invierno”.
“Entre una generación y otra, o sea entre un año y otro del ensayo, las variantes fueron muy pocas. A un lote le brindábamos una alimentación generosa, tanto en pasturas como en suplemento, tratando que expresaran la ganancia de peso superior a los 500 gramos por día”, aclaró.
En esos lotes la ganancia promedio fue entre 700 y 800 gramos en el primer invierno: “En los lotes de baja ganancia de peso, el primer año se hizo restringiendo la pastura, y no logramos el resultado esperado, porque si bien los animales tuvieron una ganancia de peso menor a sus compañeros, fue de más de 500 gramos. Al segundo año eso lo tratamos de corregir y los encerramos, logrando una ganancia de peso de 12 gramos por día durante el invierno, con los animales a corral y una dieta fibrosa y de baja proteína, logrando la diferencia en cuanto a desarrollo con los animales que lograron mejores ganancia de peso”.
Impacto del primer invierno
El objetivo fue ver cómo impacta ese primer invierno en el desarrollo del animal. “Con este trabajo apuntamos al largo plazo, por lo que la idea es tener indicadores y ver distintas ganancias de peso de los animales, incluso combinado con INIA La Estanzuela, observar distintos niveles de proteínas manejados en la recría, y cómo afectan el desarrollo del animal. De ahí, ver a qué producto final puedo estar llegando”, precisó.
Donald Chakling entiende que “si tomamos en los extremos un animal que lo castigo en el primer año, difícilmente vaya a ser el novillo que más bonifique en un negocio de cuota o de animal de corral. Ese animal se estará terminando con 460 o 480 kilos. En cambio, un animal con buena alimentación y partiendo de la misma genética, logramos peso previo de la faena, arriba de hasta 550 o 560 kilos”.
Dejó muy en claro que los números que se obtengan al final del trabajo no son la clave del mismo, “sino que es demostrar este tipo de respuesta de los animales, evaluándolo año a año y ver qué pasa con un animal de mejor ganancia de peso con otros de menor ganancia”.
“Si lo vemos como un predio comercial, la tendencia ha sido variable, no escapando a la realidad de quienes han efectuado en los dos últimos años sistemas intensivos de invernada, para lo que la situación no ha sido fácil”. Explicó que “el año que utilizamos más suplementación con la recría encerrada en el primer invierno, en producción de carne fue espectacular porque obtuvimos más de 1.000 kilos de carne de producción por hectárea, pero en los números fue el más flaco, e incluso tuvimos alguna pérdida de dólares por hectárea”.
Expresó que “esto también nos sirve para tener elementos indicadores en el tipo de dieta, de combinación de concentrados fibrosos o suplementos concentrados y pasturas. Ver qué respuestas estamos logrando en esas combinaciones y qué carga podemos estar manejando”.
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