Paysandú, Lunes 29 de Diciembre de 2014
Locales | 22 Dic “Con dedicación, con esfuerzo y superando dificultades, el 22 de diciembre de 1984 se izó el Pabellón Nacional en la Base General Artigas de la Antártida y orgullosos la vimos tremolar al viento. Era suficiente premio y motivo de orgullo para los que allí estábamos como para todos los que colaboraron en su materialización”.
Así escribió en su crónica el teniente coronel Omar Porciúncula, primer comandante de la base uruguaya en la Antártida, recogiendo las impresiones de aquel día del que hoy se cumplen 30 años. Al conmemorarse tres décadas de la presencia uruguaya en el “continente blanco”, se recuerda el esfuerzo de aquellos pioneros y la visión de quienes soñaron con una presencia nacional en la Antártida, a partir de la prédica del profesor Julio César Musso, quien bregó con denuedo por ese objetivo. En 1961, en el diario La Mañana, Musso publicó “Proyecto nacional sobre Antártida”, artículo en el que mencionaba la instalación de una base científica permanente, que él ya denominaba “Base General Artigas”.
Fue precisamente en 1961 cuando entró en vigor el Tratado Antártico y Musso, basándose en ese hecho, comenzó una intensa prédica para lograr que nuestro país ingresara. Un año después, publicó un plano de la proyectada ubicación de la base antártica uruguaya.
Como suele suceder al principio de los grandes emprendimientos, no tuvo mucho apoyo. Pero logró formar la Comisión Uruguaya de Cooperación Antártida, pilar del posterior Instituto Antártico Uruguayo (IAU), fundado en 1968.
En 1970, se realizó la Primera Convención Nacional Antártica, en el anfiteatro de la Biblioteca Nacional (Montevideo), de donde surgieron planes estratégicos y proyectos concretos para iniciar la actividad antártica uruguaya de manera independiente. Pero ese mismo año el gobierno estableció la Comisión de Estudios Antárticos y en 1975 el Instituto Antártico Uruguayo pasó a depender del Ministerio de Defensa Nacional.
Cinco años después, en 1980, nuestro país ingresó como miembro adherente del Tratado Antártico, con la intención de involucrarse realmente en un acercamiento científico en la Antártida. A partir de 1982, con la base de los estudios realizados, se enviaron científicos y personal militar especializado en tareas logísticas a visitar instalaciones y bases antárticas de Argentina, Chile, Nueva Zelanda y Estados Unidos de América. Fue entonces cuando apareció la figura del teniente coronel Porciúncula, fundamental para la concreción de la base científica en “el fin del mundo”.
Contemporáneamente, en el IAU estaba el coronel aviador Roque Aita, quien en 1964 había planeado un vuelo al Polo Sur Geográfico, con un avión uruguayo. Las voluntades de Aita y Porciúncula se unieron para lograr el proyecto de establecer la base y eligieron como lugar para comenzar las operaciones a la Isla Rey Jorge, donde ya había una base de Chile, con un aeropuerto rumbo al que dirigieron sus esfuerzos.
El 28 de enero de 1984, tocó tierra blanca el Fairchild FAU 572 en la base chilena, con una delegación del IAU, que viajaba con el objetivo principal de instalar una base científica uruguaya. Tras elegir el lugar donde erigir la base, la misión retornó satisfecha a Uruguay. La siguiente etapa fue la compra de materiales y la selección del personal.
En tanto, en marzo de ese año, el mayor de navío Bernabé Gadea, se convirtió en el primer uruguayo en residir en la Antártida, en la base chilena, para realizar estudios meteorológicos en el lugar donde se levantaría la base uruguaya.
A su vez, el teniente coronel Porciúncula viajó a Nueva Zelanda para adquirir dos módulos habitacionales prefabricados, para la primera instalación de la base. En diciembre de 1984 un grupo de trabajo uruguayo llegó a la Antártida para construir la base. Y el 22 de diciembre, con la llegada de otro vuelo del Fairchild FAU 572, una delegación de autoridades llevó los tres pabellones patrios, con lo que se pudo dar inauguración oficial a la Base Antártica General Artigas.
LA HORA DE UN PROYECTO ESTRATégico NACIONAL
“Hoy, luego de 30 años de presencia permanente en la Antártida, se ha logrado aprender mucho sobre logística polar, operaciones aéreas, navegación en latitudes heladas y se ha comenzado a destacar en la actividad científica a nivel mundial”, escribió recientemente el coronel (R) Waldemar Fontes, presidente de Antarkos, una asociación civil, sin fines de lucro, que tiene como objetivo apoyar las actividades de investigación de Uruguay en la Antártida mediante la cooperación económica, social y profesional.
Al escribir en la revista “Copos de Nieve”, el coronel Fontes reveló algunas dificultades del presente en la base antártica uruguaya. “Luego de tantos años, cada vez que se hace un llamado a postulantes para el cargo de jefe de base o médico, ocurre que no se consiguen voluntarios y ha sucedido como en esta última campaña, en que se ha tenido que dejar vacante el puesto del médico por un período”, indicó. “Esto es preocupante y debería llamarnos la atención, pues es necesario saber qué pasa, ¿por qué no surgen voluntarios para esos cargos? Todos los días recibimos propuestas de gente uruguaya que quiere ir a la Antártida, así que suponemos que no se trata de falta de espíritu, sino que hay algo más”, agregó.
Tras preguntarse si “¿será que los salarios o las compensaciones que se pagan son muy bajos?”, escribió una respuesta en ese sentido: “Seguramente esa es una de las razones. Para los médicos, la oferta de trabajo que hoy tienen no les hace atractiva una posición en la Antártida y para los candidatos a jefes de base ha disminuido el número de oficiales jefes en el Ejército y además tienen posibilidad de postular a una misión de paz de la ONU, donde ganan mucho más”.
Tras recordar el empuje y los logros de los pioneros, el coronel Fontes subrayó que “no es agradable pensar que su esfuerzo y el esfuerzo de tantos que luego siguieron construyendo la presencia de Uruguay en la Antártida pudiera quedar relegado. Creemos que estamos llegando al punto donde es necesario dar un salto cualitativo y encarar la actividad antártica como un proyecto estratégico a nivel nacional. El tiempo de los pioneros, comienza cada día: ¿seremos hoy capaces de lograr que se consolide lo emprendido?”.
EL TELEGRAFO EN LA ANTÁRTIDA
Una vez al año, en enero, la base recibe visitantes uruguayos que se quedan durante 15 días. Desde estudiantes a periodistas, todos seleccionados por el Instituto Antártico Uruguayo tienen la oportunidad de vivir una experiencia diferente, en uno de los lugares más atrapantes del planeta. Representantes de EL TELEGRAFO también vivieron esa experiencia. Fernando Baccaro primero y Lorena Castellanos después tuvieron su encuentro con la Antártida, que compartieron luego con los lectores del diario.
Una vez que los visitantes abandonan la base, solo permanece la dotación que trabajará en el período de verano, constituida de científicos, personal de servicio, militares y otros con tareas específicas. El verano es la etapa de mayor actividad, con dos o tres vuelos entre diciembre y marzo.
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