Paysandú, Martes 30 de Diciembre de 2014
Opinion | 26 Dic En las últimas semanas el tema de la infraestructura cultural con la que cuenta la ciudad ha vuelto al tapete, después que un grupo de sanduceros se reuniera para promover la recuperación del ex Astor como sala secundaria, idea planeada anteriormente por la Fundación Amigos del Teatro Florencio Sánchez a la Intendencia, en tiempos en que el teatro aún no había sido reabierto.
Ciertamente, el déficit es notorio. Incluso con el Florencio Sánchez funcionando y en buenas condiciones (hoy no lo está pues deberá ser sometido a reparaciones en la temporada de verano), queda muy poco. Un complejo de salas cinematográficas, un decaído Carlos Brussa, un nuevo emprendimiento que no tuvo la continuidad necesaria de Los Winnis, un espacio reducido de Imaginateatro, una sala igualmente pequeña del Taller de Teatro, una sala de CUP que está bien y puede ser usada en verano, pero que no habilita el cobro de entradas. Y obviamente el auditorio Miguel Ángel Pías, recientemente renovado, que tampoco permite funciones aranceladas.
Poco para una ciudad como Paysandú, puede decirse. Y es cierto en la medida que no hay realmente una sola sala de primera línea. Esto es, si bien el edificio histórico del teatro Florencio Sánchez es hermoso y ha sido su estructura eficazmente recuperada, más allá de las nuevas roturas, técnicamente la sala deja mucho que desear. Para empezar, no tiene servicios ni de calefacción ni de refrigeración, los que son ni más ni menos que esenciales. Y su tecnología de escena es totalmente antigua. Debe ser modificada y establecidos lugares propios para sonido y luces sin utilizar la sala propiamente dicha, como ocurre hoy.
El auditorio es una sala interesante para espectáculos con pocas exigencias técnicas y sí tiene aire acondicionado. Pero no se puede cobrar entrada. Y los artistas comen, se visten y pagan cuentas. Lo mismo pasa con la sala del CUP. Así las cosas, las dos salas no pueden considerarse para espectáculos donde el cobro de entradas es clave. El resto de las salas son precarias, con pocos elementos técnicos y con comodidades reducidas para el público.
Así las cosas, la infraestructura cultural en la ciudad es pobre. Es cierto que nuestro principal teatro es patrimonio nacional, pero hay que pensar en dotarlo urgentemente de lo que mínimamente necesita una sala de su categoría. Todos los esfuerzos se dirigieron a recuperar el edificio, lo que fue una gran etapa. Pero ahora es tiempo de dotarlo de posibilidades técnicas apropiadas para poder decir si con orgullo que Paysandú tiene (finalmente) un gran teatro.
El resto de las salas deben seguir el mismo camino. Es un gran debe de la ciudad, su estructura cultural. Bienvenida obviamente la recuperación del Astor, pero no es lo único que debe recuperarse. Conste.
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