Opinion | 27 Dic Es evidente, pese a los recurrentes anuncios del gobierno de Buenos Aires, que Argentina y Uruguay no comparten el mismo entusiasmo e intereses en cuanto a la urgencia e importancia del dragado del río Uruguay, por lo menos en lo que respecta al gobierno central del vecino país. Sin embargo, sí hay una activa decisión del lado entrerriano, como es el caso de autoridades y fuerzas vivas de Concepción del Uruguay, al igual que en esta orilla.
Una prueba más en esta dirección se da con la instrumentación del acuerdo integral de dragado y balizamiento del río Uruguay, acordado oportunamente por ambas cancillerías y llevado adelante por la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), pero hasta ahora solo con los fondos aportados por nuestro país.
Precisamente según trascendió, uno de los temas que se abordaron en el reciente encuentro entre el ministro de Relaciones Exteriores, Luis Almagro, y su colega argentino Héctor Timerman, en Buenos Aires, fue el relacionado con la demora de la contraparte argentina en el aporte de los recursos acordados para las obras de dragado del río Uruguay. Es que en julio pasado debió haberse abonado la primera cuota por Buenos Aires, pero este pago todavía no se efectivizó; Argentina aún “no concluyó el trámite burocrático”, de acuerdo con lo manifestado a El País por fuentes de la cancillería uruguaya.
Mientras tanto, Uruguay ya comenzó con fondos propios los trabajos con dragas de la Administración Nacional de Puertos (ANP) y llegó hasta los pasos Márquez Inferior y Medio, frente a las costas de Soriano, a unos 35 kilómetros al sur de Fray Bentos, alcanzando un calado de 25 pies, más dos de dragado técnico. Nuestro país ya efectuó dos de los pagos que le corresponden de las obras, que demandarán una inversión de 27,5 millones de dólares, que aportarán en partes iguales ambos estados.
El cronograma tentativo, de acuerdo con lo que se informó, incluye que en el venidero 2015 debería culminar el dragado hasta Concepción del Uruguay, luego deberá continuarse hasta Paysandú a menor profundidad, pero ante esta demora de Argentina en hacer efectivo el pago, han surgido legítimas dudas en cuanto a la posibilidad de mejorar la navegabilidad del río en los tramos previstos.
También este enlentecimiento, por decir lo menos, aporta una cuota de incertidumbre respecto a la navegabilidad hasta Paysandú, habida cuenta de que hay cifradas expectativas de que la profundización del río hasta el puerto local permita el arribo de buques de mayor calado, incluyendo a portacontenedores a plena carga, pero cada día de demora es una interrogante que podría trabar decisiones de potenciales operadores de la terminal sanducera y, por ende, un factor negativo para el desarrollo del transporte fluvial.