Paysandú, Miércoles 31 de Diciembre de 2014
Opinion | 24 Dic Navidad. A horas de otra Navidad. Linda Navidad, siempre es linda la Navidad porque con su llegada afloran los buenos sentimientos, los deseos de paz, de amor y felicidad. Es el tiempo del abrazo entre conocidos “casi desconocidos”, del deseo de paz y amor para todos.
Navidad. En los días previos se ha apreciado una vez más un auténtico ambiente de alegría y bullicio. Las comercios abarrotados de compradores y paseantes. Tal parece que la energía es contagiosa; la iluminación, la decoración de los hogares, se escucha música navideña, arbolitos bien adornados. Todo indica una época especial, pero especial a nuestra manera, en plena modernidad, donde la paz y felicidad parecen depender en buena medida de todo lo que compremos; de cómo demos rienda suelta a la imperiosa necesidad de comprar, típico rasgo del consumismo.
Y tiene obviamente su lado bueno, porque lo que hacemos es buscar regalos con los que expresar nuestro amor, nuestra amistad, nuestro cariño. Por eso mismo es bueno pensar en una cena de Nochebuena que reúna a todos los que están a nuestro alrededor, parientes, amigos, amores. Es una cena que cuesta bastante más que una habitual, pero vale la pena ese otro guiño al consumismo, si es que no se cae en excesos. Un brindis, una comida compartida, la felicidad de estar juntos.
Sin embargo, no debe reducirse esta fiesta trascendental a un mero intercambio de regalos o a una cena especial. Esta celebración es algo más. Porque, después de todo, en esencia es (o debería ser) una celebración religiosa. Es cierto que con el paso de los siglos, con las adaptaciones que la modernidad le ha agregado, en Occidente la celebración es prácticamente universal, uniendo a cristianos y no cristianos, con las excepciones de siempre, de creencias específicas.
Pues bien, más allá de ser cristiano o no, aprovechando el clima general que se vive, teniendo en cuenta los deseos de amor y paz, estas fechas deberían servir como trampolín para pensar espiritualmente. Aquellos que creen reflexionar en la buena nueva, el anuncio que Dios se hizo hombre por amor, el misterio de la Encarnación. El nacimiento de Jesús, el Salvador.
Y para los que no son cristianos, pero aprovechan estas fechas para reunirse con la familia, los amigos, los más cercanos, es tiempo de reflexionar en la importancia de la solidaridad en la naturaleza humana. En que así como en estos días nos conmovemos por el dolor ajeno, por ejemplo, lo mismo debemos hacer cada día, sin importar la fecha, sin tener en cuenta si se ha cobrado el aguinaldo o si se vive esta euforia del consumismo.
Seamos cristianos o no, no podemos menos que estar de acuerdo con aquellas palabras del evangelio: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”. Esta Nochebuena y siempre.
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