Paysandú, Miércoles 31 de Diciembre de 2014
Opinion | 30 Dic Por regla general, más allá del perfil y el énfasis en la instrumentación de la política económica de que se trate, coyunturas como la que ha vivido el país en los últimos diez años, con condiciones favorables para la exportación de nuestros commodities, además de costos financieros accesibles por disponibilidad de dinero y bajas tasas de interés, generaron un derrame beneficioso en la economía, que se traduce en mayor actividad y demanda de empleo, posibilitando además el incremento del salario real.
En el caso del Uruguay esta premisa se ha cumplido, al punto que de acuerdo a los índices del Instituto Nacional de Estadística que se han llevado adelante en este período, se ha logrado llegar a mínimos históricos de desempleo, quedando solo fuera del circuito de trabajo algunos reductos que responden a determinados núcleos duros de la población. Es decir, aquellos que tienen medios de vida informal o quienes no desempeñan un empleo regular, que viven en asentamientos o que prefieren aguardar que se les siga asistiendo por el Estado.
Por otro lado, no es menos cierto que bajo la calificación de empleo, a efectos estadísticos, solo se exige que una persona haya trabajado determinadas horas la semana anterior para considerarlo como ejerciendo un empleo, cuando es bien sabido que en esta calificación encuadran las “changas”, empleos ocasionales que, por supuesto, no aseguran ni por asomo un ingreso regular mensual.
Por eso deben considerarse en su justa medida los datos de niveles de empleo que marcan las estadísticas, aunque estas responden a los parámetros que desde hace muchos años se establecen para esas mediciones. Pero también hay un sector importante de la población que es considerado “empleado” cuando es notorio que tan pronto cambien las circunstancias, perderá su empleo precario como consecuencia de cambios en la demanda por la coyuntura económica.
Estas reflexiones vienen a cuenta de una situación local a la que ha aludido recientemente en declaraciones a EL TELEGRAFO el coordinador del Centro Público de Empleo, CEPE, Gustavo Estefanell, quien evaluó favorablemente el trabajo que se ha realizado en esa dependencia en el año que se cierra, con una cantidad creciente de personas que se han acercado para acceder a los servicios que allí se prestan.
El jerarca consideró que el incremento de los usuarios del centro puede considerarse una señal de retroceso en el mercado de trabajo y explicó que “la oficina ha trabajado mucho; siempre sostengo que se nota un crecimiento de la desocupación en Paysandú, como consecuencia de la cantidad de gente que viene a inscribirse para realizar cursos, porque está en el seguro de paro. Eso significa que hay algunos lugares donde se ha dejado gente sin trabajo”, a la vez de aclarar que ello no obedece a una merma en un área específica, sino que se trata de una apreciación en general en el departamento.
“Es un síntoma muy importante para evaluar la desocupación en Paysandú la afluencia de público a nuestra oficina, porque vienen para anotarse para buscar trabajo o para aprovechar la oportunidad de capacitarse”, indicó.
Más allá de estas consideraciones, expuso que el centro que dirige activó uno de los servicios para los que fueron creados dichos centros, que refiere al ofrecimiento de personal a las empresas, aunque aclaró que por regla general las empresas sanduceras no han acudido al Centro Público de Empleo “como sería nuestra aspiración. Muchas veces vemos que ponen avisos en el diario solicitando personal y aquí tienen una oficina de gestión de personal gratuita, que le obviará la cola de gente, la atención y que hará una pequeña preselección, facilitando todo”. El empresariado “todavía no ha entendido el servicio que brindamos. Este año hicimos la apertura con Azucitrus de tener que tomarle el listado de gente para el trabajo de recolección en chacra y también de mujeres para lo que es el packing”.
Las apreciaciones respecto a una mayor presencia de personas que requieren estos servicios son indicativos de que tras un pico de demanda de empleo por el favorable escenario socioeconómico en el país y en el departamento, hay un estancamiento y hasta un principio de retroceso en la actividad. Sobre todo porque los sectores que sufren primero las consecuencias son los empleos de baja calidad, los precarios --naturalmente del sector privado-- que quedan al margen tan pronto decae la demanda.
Desde nuestras páginas dábamos cuenta de conceptos de voceros del Centro Comercial e Industrial de Paysandú en el sentido de que más allá de la explosión de demanda en fechas puntuales, como las fiestas tradicionales, ya desde agosto se ha notado un enlentecimiento de la actividad comercial en Paysandú y este hecho es una manifestación clara de que ha caído la actividad económica, además de la saturación en la capacidad de contraer créditos por amplios sectores de la población.
Esta menor demanda y reciclaje de dinero se traduce en forma inmediata en una caída del mercado laboral y, sin dudas, en nuestro departamento, se estaría reflejando un escenario nacional menos dinámico que el de hace unos años, lo que por cierto debería ser un llamado de atención para el equipo económico.
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