Opinion | 02 Ene Se conmemora hoy el centésimo quincuagésimo aniversario de la Caída de Paysandú, en medio del avance final de las tropas orientales y brasileñas que terminaron con la defensa sanducera, superada varias veces en número por los invasores.
Hoy, en el día del sesquicentenario, a todos los sanduceros ciertamente nos llena de orgullo, porque somos fieles custodios de aquel amor a nuestra tierra, a su gente, a su dignidad. Porque aunque en otro sentido, día a día estamos dispuestos al sacrificio para cimentar el bien común, defendiendo nuestras raíces y nuestro ser comunitario.
Los sanduceros nos sentimos patriotas del pago chico, con ese orgullo que nos identifica en todas partes. Y tenemos siempre muy presente la ofrenda de vida de Leandro Gómez y su dotación. Ese ejemplo llama a defender la libertad y la independencia de que hoy gozamos, con acciones en el día a día.
No obstante, la conmemoración de los 150 años de aquel hecho histórico clave en la historia no solamente uruguaya sino sudamericana, en los prolegómenos de la Guerra de la Triple Alianza, pasará casi de manera desapercibida porque ni el gobierno nacional ni el gobierno departamental han tomado las previsiones para organizar una conmemoración con la importancia que el hecho ciertamente merece.
Todo lo que se realizará será lo que siempre se hace, en cualquier otro aniversario, sin tomar en cuenta que este es uno especial. Una oportunidad como pocas para reafirmar los valores que cimentaron la defensa hasta sucumbir de Paysandú, no simplemente por ser Paysandú, sino por representar la libertad y la democracia, porque fue un bastión ante los invasores de la patria.
El gobierno departamental no tomó las previsiones, con el debido tiempo de antelación, para que esta fecha tuviera realmente la significación especial que merece. En el pasado hubo una representación de hechos históricos, por ejemplo. Pero este año no habrá nada de eso. No hay, desde el gobierno departamental, actos que estén a la altura del aniversario de esa Defensa que fue un verdadero triunfo de la lealtad a los valores y la defensa incluso con la vida de una identidad nacional de la que se sentían orgullosos.
Pero tampoco a nivel del gobierno nacional se planificó nada y ciertamente la gesta de Paysandú no queda reducida a los límites de la ciudad sino que tiene dimensión nacional y más allá. Pero para el gobierno central, en realidad, la Caída de Paysandú no tendrá repercusión ninguna.
Una verdadera lástima. Porque es fundamental alimentar la memoria para poder construir una sociedad mejor. Por la que lucharon y murieron Leandro Gómez y quienes junto a él defendieron la plaza sanducera, escribiendo con su sangre una página de heroicidad. Hoy, con la aparente apatía de la conmemoración, parecen héroes olvidados.