Paysandú, Sábado 03 de Enero de 2015
Opinion | 27 Dic En el marco de las perspectivas económicas para este 2015, por encima de eventuales decisiones políticas que se adopten por el nuevo gobierno, hay indicativos de que el viento de cola del que disfrutáramos durante la última década ya habrá amainado, por decirlo de alguna forma, y ello plantea nuevos desafíos para los productores y el propio país, que deben asumirse desde ya para buscar alternativas ante el giro en el escenario internacional.
Un estudio de Blassina y Asociados, dado a conocer por El Observador, indica precisamente en su evaluación general que el año venidero marca el comienzo de una nueva etapa para las materias primas en general y para el agro uruguayo en particular, donde por primera vez desde la llegada de la izquierda al poder un Ministerio de Ganadería se enfrentaría a cinco años en los que los precios no jugarán a favor del agro y consecuentemente del país.
Es por eso en el caso concreto de la agricultura, los técnicos de esta consultora indican que los productores saben desde el arranque que sin altos rendimientos no habrá posibilidad de un margen razonable de rentabilidad, algo que hace mucho tiempo no sucedía.
Así, durante la década pasada, el alto precio de la soja permitía que aún con productividades medianas se lograra un margen aceptable que permitiera ir manteniendo e incrementando la superficie plantada, pero ya en los últimos meses el con los precios internacionales y la relación con los costos internos se hizo difícil, cuando no imposible, continuar con esa expansión. Por tanto es de esperar que este año haya una renuncia de las áreas menos productivas y más lejanas de los puertos a la producción de granos y su eventual pasaje a la ganadería, teniendo en cuenta los márgenes en uno y otro rubro.
En tanto, no se esperan mayores cambios en cultivos de invierno tradicionales como el trigo y la cebada, y en el balance será difícil que la agricultura sostenga el crecimiento que tuvo en la década anterior. Por otra parte, la incidencia de costos como el transporte indica que con la soja por debajo de los 400 dólares la tonelada la ecuación económica se hace muy cuesta arriba.
Por tal motivo los técnicos estiman que el crecimiento del agro en 2015 tendría como motores principales a la ganadería y la forestación, y en este último caso la maduración de bosques, un mayor ritmo de cosecha de pinos y la incorporación de Montes del Plata de lleno al procesamiento y exportación de celulosa, marcarán un cambio respecto a 2014. A su vez, en el caso de la ganadería, la persistencia del aumento en el volumen faenado marcará una lógica más ganadero agrícola que en años anteriores, que puede ser el comienzo de una tendencia de largo plazo, que vuelva a ubicar a la ganadería en un papel central del agro.
Igualmente, el agro parece entrar en una etapa en la que apenas logrará sostener el volumen de producción alcanzado en estos años. La baja en la producción de los cultivos de invierno, la estabilización en el área de soja y una ganadería que ya tiene un stock récord mientras que el stock ovino sigue reduciéndose, auguran que el agro solo será impulsor de las exportaciones uruguayas a partir de la celulosa y levemente en la carne vacuna, según consideran los técnicos de la consultora.
Sin dudas que existe un amplio de maniobra para enfrentar estos cambios, en base a riqueza de suelos y la posibilidad de ensayar algunas reconversiones para reducir la altísima dependencia de nuestro país de productos primarios como la soja, por ejemplo, y encarar alguna fase de procesamiento, como se ha reclamado, de forma de no seguir exportando solo materia prima, pero todo requiere su tiempo y tampoco puede pensarse en proyectos de largo aliento en base a coyunturas.
Por otra parte, si bien el crudo ha ido bajando, este descenso ni por asomo se ha traducido en una rebaja de los combustibles, por lo que por el lado de los costos no puede esperarse mucha ayuda, teniendo en cuenta que evidentemente Ancap está demorando y minimizando la rebaja para enjugar su propio déficit.
En síntesis, seguir creciendo será una tarea ardua para el agro uruguayo, que va a requerir de algún cambio de paradigma a desarrollar en la segunda mitad de la actual década, y mientras ello no ocurra, habrá márgenes más reducidos y riesgos aumentados para quienes arriendan tierras y agua, para los proveedores de insumos y servicios y quienes no obtengan rendimientos agrícolas de excelencia.
Y si el agro entra en problemas, también tendrá problemas toda la economía uruguaya, que depende en gran medida de su producción de base agropecuaria, sobre todo cuando se hacen previsiones de ingresos en base a lo que se va a recaudar, y se tienen grandes costos fijos por el lado del Estado, que sigue sin reconvertirse, gastando en exceso y mal. Este es precisamente un aspecto clave a tener en cuenta por el próximo gobierno, para adecuarse a las circunstancias que se esperan, reduciendo la presión recaudatoria del Estado. Porque toda medida que se adopte por este lado va a ser beneficiosa, desde que siempre hay tiempo para agrandarse si las cosas van bien, pero generalmente resulta tarde para achicarse cuando es al revés.
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