OPINIÓN

Locales | 28 Dic dÍa de personas
con discapacidad
El día 3 de diciembre de cada año se conmemora el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Es un día en el que generalmente en muchos países se llevan a cabo distintas actividades con el firme propósito de crear conciencia, de dirigir medidas orientadas hacia la acción y destinadas al constante mejoramiento de la situación de las personas con discapacidades y a la conquista de la igualdad de oportunidades para ellas.
Justamente, el pasado 3 de diciembre aquí, en nuestra ciudad, se llevó a cabo una caminata con ese fin. La misma fue organizada por la Comisión Departamental de Discapacidad, la cual está integrada por MIDES, Ministerio de Salud Pública y las diferentes instituciones y organismos públicos que trabajan en esta temática.
Lamentablemente, una vez más pude constatar la falta de empatía por parte de la sociedad toda; y cuando digo toda, me refiero en primer lugar a las personas con discapacidad, a sus familias, a los amigos y a la comunidad en su conjunto, que no puede decir que no estaban enteradas, porque la prensa colaboró y difundió, hecho que hay que agradecer. Me pregunto, ¿dónde estaban los políticos que tanto hablan del tema y nos usan como caballitos de batalla en sus campañas políticas? ¿Dónde estaban los familiares de las personas con discapacidad que tanto exigen y reclaman a la hora de hablar de inclusión laboral, social y equiparación de oportunidades? Sin dudas, la unión hace la fuerza, por lo tanto, creo que si fuésemos más los que participáramos de estas actividades, podríamos de alguna manera comunicarles a nuestros gobernantes que reconocemos y valoramos los avances, pero que hay aún muchas cosas por hacer. Que no queremos continuar viviendo de la compasión, porque somos sujetos de derecho y no de caridad, porque hay leyes que nos deben proteger. Hace pocos días escuché una frase que decía: “No nos dejen solos”; pues entonces, ¡no lo hagamos!
Por otro lado, también me cuestiono: ¿dónde estaban las personas con discapacidad, en las cuales no dejo de reconocer y destacar su lucha personal, sus estudios y esfuerzos realizados para obtener una capacitación adecuada y que gracias a eso, hoy están actualmente trabajando? ¿Se olvidaron de cómo llegaron a esto? ¿Ya no recuerdan que están donde están porque hay leyes que los ampararon y que les dieron oportunidades? Y me sigo preguntando, ¿dónde está la empatía entonces, si cuando --especialmente-- una persona con discapacidad logra insertarse laboral y socialmente y afortunadamente ha podido solucionar su vida personal y se olvida de sus semejantes? Particularmente creo que no debemos olvidarnos de eso, de que esto ha sido una larga lucha y que falta muchísimo más por hacer, que es nuestro deber seguir bregando por los que vienen detrás y que como no me canso de decir, y como dijera nuestro prócer José Gervasio Artigas: “Nada debemos esperar sino de nosotros mismos”.
Y por último, me pregunto, ¿qué decirles, qué explicarles a los niños y a los jóvenes que participaron de esta caminata y que al llegar a la Plaza Artigas no encontraron a nadie que los recibiera, que leyera una proclama y pusiera en manifiesto la razón de nuestra presencia en ese lugar?
Con esta reflexión, que es absolutamente personal, no quiero ofender a nadie, sólo deseo expresar y transmitir mi pensamiento.
Selva Iglesias