Paysandú, Domingo 04 de Enero de 2015
Opinion | 04 Ene Aunque sin detallar medidas concretas para su instrumentación, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció a principios de semana el lanzamiento de un programa de recuperación de la economía que se hará en “tres escalas” --a seis meses, dos y cuatro años-- en el que se incluye un nuevo sistema de cambio y la “optimización” del gasto público.
El anuncio tuvo lugar el mismo día en que el Banco Central de Venezuela (BCV) informó que el país cayó en recesión y que el IPC se situó en el 63,3% anual. Respecto al Producto Bruto Interno (PIB), el BCV informó que cayó tres trimestres consecutivos: el primero un 4,8 por ciento, el segundo un 4,9 y el tercero un 2,3 por ciento.
Dijo el mandatario que “hay un conjunto de elementos de lo que ya va conformando el programa económico de recuperación de corto plazo, de seis meses que impacte sobre las variables crecimiento, la inflación inducida, (...) sobre la caída del precio del petróleo”, que ya se sitúa por debajo de los 47 dólares por barril, debiéndose tener en cuenta que el petróleo es la principal y casi exclusiva fuente de exportaciones del país caribeño, por cierto.
El presidente dio la información durante una rueda de prensa en Caracas y en la que se esperaba que anunciara un nuevo sistema de control de cambio, del que solo adelantó que serán los ministros para el área económica quienes ofrecerán detalles en los próximos días. Solo resaltó que el “Estado mayor del plan de recuperación económica” que coordinará todas las acciones se puso oficialmente en funcionamiento este 3 de enero.
De acuerdo a Maduro, este “Estado mayor” va a funcionar en el palacio presidencial de Miraflores y estará “dirigido y conducido personalmente por el presidente de la República. Ese día arrancamos ya con todos los mecanismos de chequeo y control y vamos a elevar la jugada al máximo nivel, desde productor a consumidor, desde el importador y el sistema logístico hasta el consumidor y chequear todos los detalles”.
Adelantó también que entre las líneas de acción que contendrá este plan se incluye “un nuevo sistema cambiario”, una reforma fiscal, “la optimización del gasto público” que incluye el recorte de gastos en las embajadas “que funcionen con lo estricto necesario” y fortalecer las reservas internacionales.
Este anuncio de austeridad –muy tardío, por cierto-- indica que el gobierno que encabeza Maduro ha asumido la gravedad de la crisis que atraviesa el país, luego de meses y años de endilgarle los problema propios a las medidas del “imperialismo” de Estados Unidos y sus secuaces, a ser la “víctima” de los oscuros designios de los “enemigos” del chavismo y de Venezuela.
Pero la realidad manda, más temprano que tarde: en lugar de haber hecho lo que tenía que hacer en su momento, para que las cosas no pasaran a mayores, el gobierno de Maduro se negó a establecer los correctivos imprescindibles y siguió adoptando medidas populistas y paños tibios que atendieron solo los efectos y no las reales causas de los graves problemas.
Así, lejos de sincerar la economía, en Venezuela existe un control de cambios desde 2003 que deja en manos del Estado el monopolio en la compra-venta de divisas y tres precios diferentes según el destino que se les vaya a dar y un cuarto mercado ilegal donde el precio del dólar ronda los 150 bolívares. Esto se presta para todo tipo de manejos y distorsiones, que han venido complicando cualquier intento de corregir desfasajes y la enorme dependencia venezolana de las divisas que ingresen a través del petróleo, sin tener ni por asomo algún aparato productivo propio, ni siquiera pequeño.
Sin embargo, Maduro, lejos de señalar estos errores y anunciar a la población de su país que ahora las cosas van en serio y que es preciso sincerar la economía y revertir los procesos de autodestrucción, indicó que como parte de sus objetivos se encuentra el “perfeccionamiento de modelo económico social de distribución de la riqueza” y la inversión en programas sociales “del modelo socialista” para los que dijo contar con recursos en bolívares.
“Optimizar los recursos para el funcionamiento de la economía real (…). Esto está dirigido fundamentalmente a las divisas”, dijo y recordó que existe un sistema de control de cambios al que se deben hacer muchos “ajustes” y “rectificaciones”.
También señaló que el programa contempla “ajustar la eficiencia de las políticas, acciones e instituciones para neutralizar el contrabando, el acaparamiento, la especulación y asegurar el abastecimiento y los precios justos” de los productos. Asimismo, subrayó la intención de hacer “una amplia alianza productiva con el capital nacional e internacional”.
Igualmente insistió en que todas las vicisitudes por las que atraviesa la economía venezolana se deben a una “guerra económica” promovida por sectores empresariales nacionales e internacionales a la que ahora se suma la bajada en los precios del petróleo, de lo cual responsabiliza a Estados Unidos.
“Todas estas dificultades nos van a permitir reordenar con mayor rigurosidad, exigencia y disciplina los gastos del Estado, la inversión social, la inversión económica, la estrategia de crecimiento real, el logro de resultados en el desarrollo y el crecimiento de la economía”, dijo.
El gobernante señaló que el 2015 será “un año de lucha. Llamó a mantener la fe en que tendrá lugar el “gran cambio del modelo económico” del que surgirá un nuevo esquema “basado en el trabajo”, una utopía para su gobierno,en la que nadie cree, por supuesto, teniendo en cuenta la magnitud de la apuesta “social” que ha hecho el régimen durante todos estos años, basado en los ingresos del petróleo y en la redistribución. Todo ello sin promover políticas de desarrollo ni creación de fuentes de empleo genuinas, y sin apostar a la eficiencia y a potenciar un aparato productivo mínimo, en una economía en la que todo se compra en el exterior aprovechando los ingresos de las ventas de petróleo.
Es decir que mucho más allá que un problema coyuntural, las estructuras en Venezuela están crujiendo, por todo lo que no se ha hecho y las políticas cortoplacistas en los regímenes populistas.
Por lo tanto, para generar sustentabilidad y reducir la dependencia del petróleo deberán encararse reformas muy profundas. Pero no serán fáciles de cumplir ni digerir, pese a contar con el regalo inmenso de las divisas procedentes del crudo, que no se han sabido aprovechar para crear un estado de bienestar en lugar de seguir haciéndose trampas al solitario y echarle las culpas a los “enemigos” del exterior.
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