Paysandú, Sábado 10 de Enero de 2015
Opinion | 07 Ene En los últimos meses del año, el descenso en los guarismos inflacionarios acumulados mes a mes ha permitido que, luego de un 2014 con sobresaltos, el ritmo de aumento de los precios cerrara el año por debajo del dato de 2013.
Es un elemento positivo para el día a día del ciudadano y también para el desenvolvimiento de todas las actividades en general porque, si bien ingresar en el rango meta todavía es una aspiración, la inflación abandonó la zona de peligro, luego de amenazar en la primera mitad del año con cruzar la temida barrera de los dos dígitos. Los analistas destacan como positiva no solo la lenta, pero sostenida tendencia al enfriamiento durante el último año, sino además que haya sido el componente de la canasta de bienes y servicios más reacio a la moderación el que más cedió en ese período.
Entre las explicaciones que se manejan, los analistas colocan en primer lugar una política monetaria decididamente contractiva y el sacrificio de las cuentas públicas a través de una rebaja y postergación de ajustes de tarifas en la primera mitad del año --principalmente en energía eléctrica--, que contribuyeron a la moderación de las presiones inflacionarias.
La baja de diciembre de 0,53% en los precios al consumo permitió que el registro anual de inflación cerrara 2014 en un 8,26%, según los datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE). La baja del último mes se explicó por el ya tradicional descuento que aplica UTE en el recibo de diciembre. Este año, la bonificación de la iniciativa UTE Premia fue, en promedio, del 21,9%.
Debe tenerse presente que a pesar de que en la primera mitad del año los precios al consumo mantenían un ritmo de aumento mayor al de igual período de 2013, el año cerró con una tendencia inversa, en tanto durante todo 2013 los precios al consumo habían subido a una tasa de 8,52%. El enfriamiento del último año, sin embargo, no fue suficiente para encauzar la inflación dentro del rango objetivo trazado por las autoridades del Banco Central del Uruguay, (BCU), de entre un 3% y 7%. De esa manera, la suba de precios cerró por cuarto año consecutivo fuera de la meta oficial.
Según los cálculos de la Unidad de Análisis Económico de El Observador, fue el componente tendencial de la canasta de consumo --aquel cuyo ritmo de aumento de los precios es más persistente en el tiempo-- el que explicó, en mayor medida, la desaceleración inflacionaria.
A su vez según el instituto Cinve, “este componente de la inflación es un buen indicador de las presiones inflacionarias estructurales de la economía y que este componente continúe su proceso de franca moderación es sumamente positivo”.
Dentro de ese componente tendencial, fueron los precios que se originan únicamente en el mercado doméstico --bienes y servicios que no se exportan ni importan-- los que cedieron en el año, aunque todavía mantienen una tasa de crecimiento de un 9,2% anual.
En 2014 tres rubros mostraron un aumento de precios de dos dígitos. La educación se encareció un 14,3%, alimentos y bebidas subieron un 11,2% y restaurantes y hoteles aumentaron de precio en un 11%.
En el otro extremo se encuentran, en cambio, las tarifas públicas. Y es así que el indicador elaborado por la Unidad de Análisis Económico de El Observador mostró un aumento de apenas un 0,8% a lo largo del año. Según dijo Ignacio Munyo, director del Centro de Economía, Sociedad y Empresa de IEEM Business School (Universidad de Montevideo), el manejo de las tarifas públicas para moderar el alza del Índice de Precios al Consumo (IPC) fue el “factor común” durante 2014.
Y este factor es precisamente el que hace dudar respecto a la sustentabilidad de la tendencia inflacionaria, porque mientras la tendencia natural de costos es a un alza significativa, con un alto componente del elemento salarial, por otro lado, hay un “sacrificio” fiscal, a través de la congelación de tarifas en las empresas públicas que apunta a mantener los guarismos dentro de los valores que se han dado a conocer. Pero a la vez requiriendo de una puesta al día, más temprano que tarde, para recomponer las finanzas de las respectivas empresas.
En esta línea reflexionó Ignacio Munyo, cuando señaló que “esto no es sostenible en el tiempo, porque las empresas públicas no van a poder seguir bajando las tarifas”. En ese sentido, la baja de los precios del petróleo durante la segunda mitad del año permitió a Ancap aliviar una difícil situación fiscal, en parte generada por una política deliberada que buscaba ponerle paños fríos a los precios desorbitados.
En cuanto a las perspectivas para 2015, hay coincidencias respecto a que la moderación inflacionaria eventualmente podrá darse de forma gradual, lenta, y entre las razones de ese enfriamiento se encuentra la menor tasa de crecimiento de la economía local, acompañada de un menor dinamismo del consumo.
Asimismo, los operadores perciben que los clientes están teniendo mayores dificultades para trasladar la suba de costos a precios “porque la demanda no tiene el mismo dinamismo que tenía hace dos o tres años”.
No debe perderse de vista que postergar aumentos en tarifas públicas, aunque ha logrado enfriar el crecimiento inflacionario, indica que cuando se pongan al día los valores, habrá una nueva presión al alza en general, por un incremento de costos para las empresas y el propio ámbito doméstico. Al mismo tiempo, el mayor alza de la inflación se registró en bebidas y alimentos, rubros que golpean más fuertemente a los hogares de menores ingresos.
Estas consideraciones permiten inferir que ante la caída de la inflación, pese a sus elementos positivos, subsisten serias falencias estructurales y que la atenuación responde sobre todo a medidas coyunturales, que no resultan sostenibles y que, al fin de cuentas, lo que se ha ganado es algo de tiempo, con la expectativa de que las cosas vayan mejorando, con más de improvisación que de rumbo cierto para corregir los desvíos.
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