Paysandú, Jueves 15 de Enero de 2015
Opinion | 12 Ene En los últimos meses, a la luz de los cambios que se vienen registrando en la economía mundial, analistas políticos han reafirmado que la diversificación y reducción de vulnerabilidades en el intercambio comercial es un objetivo que debe ser parte de las prioridades de todo gobierno. En el caso de Uruguay, es notorio que su desenvolvimiento en el Mercosur deja amplio margen para las interrogantes, cuestionamientos y correctivos, resultando más en el debe que en el haber.
A la luz de la experiencia de los últimos años, surge que esta situación tiene su origen en culpas propias y ajenas. Uno de los aspectos en el debe es la falta de organicidad, pero a ello se suma la violación sistemática del espíritu y la letra del acuerdo regional por Argentina y Brasil, sin tener en cuenta la opinión y derechos de los socios más pequeños.
Es notoria la falta de disposición para la búsqueda real de mecanismos de integración y complementación que debería figurar entre los primeros desafíos a emprender, más allá del convencimiento de la importancia del acuerdo y de la trascendencia de éste por encima del episodio coyuntural de quien esté en el gobierno. Es así que hemos llegado al extremo de priorizar lo político por encima de lo jurídico, como reivindicara el presidente José Mujica, con la consecuencia de una inseguridad permanente desde el punto de vista legal.
Hay puntos de vista todavía encontrados respecto a la situación de Uruguay en el bloque y la propia región, e incluso en la relación bilateral con Argentina, que ha sido nuestro principal socio comercial durante muchos años, pero que presenta serias dificultades a través de la aplicación de políticas proteccionistas por las administraciones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
Según la evaluación de reputados economistas, nuestro país logró en buena medida desacoplarse de Argentina y Brasil, pero consideraron que sin nuevos proyectos de inversión eso no es sostenible, por lo que el gobierno que asumirá el 1º de marzo debería tener como una de sus prioridades atender este déficit, en un cambio de postura tras las condiciones favorables que se han dado en la última década.
Así, en este período hubo “un viento de cola espectacular” en el que “la gestión económica redujo vulnerabilidades”, que ha permitido, por ejemplo, que exista un nivel de reservas importante, que se desdolarizó la deuda, se recuperó el grado inversor en 2012, que se ha invertido más en infraestructura y que la depreciación de la moneda se puede realizar de manera ágil, según la evaluación del economista Gabriel Oddone. Evaluó que en ese período Uruguay se desacopló en términos regionales respecto del crecimiento, pero que si no hay nuevos proyectos de inversión no puede mantenerse más allá de 2016. A la vez de acotar que “hoy el escenario externo es negativo y comparado con otros países de la región”.
A estos factores debe agregarse que se presenta un escenario complejo en Brasil y Argentina, donde la economía se desacelera, se estanca e incluso tiene síntomas de estar en caída en determinada áreas. Ocurre que estamos en la región y hay lazos comerciales muy arraigados, por lo que el anhelado desacople no es tan fácil, al punto que la situación de los dos vecinos tiende a que se amplifiquen los shocks externos.
De todas formas, hay prácticamente consenso en los analistas en el sentido de que si bien el Mercosur ha dejado de ser efectivo, cuesta asumir que puede abandonarse sin más el bloque, sino que la alternativa visible sería en un adicional, es decir un “además del Mercosur”, por ejemplo a través de reformar el vínculo con la Alianza del Pacífico y avanzar en las ya eternizadas negociaciones con la Unión Europea para celebrar un acuerdo de libre comercio entre bloques.
Estos son elementos que, sin duda, debe plantearse el nuevo gobierno, con un Poder Ejecutivo y una Cancillería que deje atrás ataduras y compromisos ideológicos y solidaridades que han pautado la relación política y comercial del país en los últimos años, lo que es aún más acuciante si tenemos en cuenta que el Uruguay va a tener un viento de frente desde Argentina, cuyo panorama económico es muy comprometido.
Y no estamos ante un razonamiento antojadizo, sino que el propio presidente José Mujica, en una de sus reflexiones filosóficas, ha criticado el modo de integración comercial de los países de América Latina, e incluso sentenció que “hay un fracaso político, porque hay muchas reuniones de carácter internacional y no sale nada, o lo que sale a veces no se respeta”.
El mandatario apuntó que en América Latina los países se quieren integrar, pero en paralelo se practica el proteccionismo entre ellos mismos. “Nos estamos pegando un tiro en los pies, estamos fracasando en el campo político”, sentenció. En tanto, en referencia al Mercosur, sostuvo que “no tenemos ningún interés en irnos del Mercosur pero no tenemos ningún interés en permanecer vegetativamente”.
Sobre todo, hizo hincapié en que en el mundo existen no menos de 350 tratados de libre comercio, y que cuantos más tratados bilaterales hay, resulta más difícil vender para quienes están afuera de éstos. Con el agregado reciente de la firma de un acuerdo de libre comercio entre China y Australia, que afecta varias de las materias primas que nuestro país coloca en el gigante asiático, y que desde del Mercosur tampoco se tiene un libre acceso a los mercados que acuerdan tratados.
Este escenario y sus condicionantes deben ser evaluados concienzudamente por el próximo gobierno, para evaluar alternativas valederas al corsé del tratado regional. Pues además de no funcionar internamente, nos limita severamente en la concreción de acuerdos bilaterales, y el mundo no nos va a esperar. Por el contrario, seguiremos perdiendo rueda respecto a los países que se actualizan y obtienen ventajas de la globalización.
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