Paysandú, Martes 20 de Enero de 2015
Locales | 19 Ene Este es un automóvil Ford A de 1929 impecablemente presentado, una versión roadster Sport. Eso sí, la popa del auto es totalmente distinta a lo que tenemos visto por estos lados. Es que, como expresó su propietario, Fernando Courdín, en su momento estaban disponibles en Estados Unidos unos kits para la parte trasera de la carrocería, tanto de los Ford como de los Chevrolet, que le cambiaban totalmente la línea de diseño en ese sector. En el caso que nos ocupa, la parte posterior tiene forma de torpedo, rematada en su extremo por la rueda auxiliar. Asimismo, a este Ford A se le cambió el diferencial original por otro que le otorga más velocidad, llevándola de los 80 o 90 kilómetros por hora a los 120. Precisamente, como medida de seguridad, hubo cambios en el sistema de frenos, dejándose de lado el de varilla por uno hidráulico utilizando las mismas campanas. El auto es impulsado por el clásico motor de cuatro cilindros, de 3,285 cc, que eroga 40 CV. Obviamente, el modelo A fue el segundo gran éxito de Ford, producido entre los años 1927 y 1931, fabricándose en ese período 4.320.446 unidades. Una construcción robusta y simple que con los años fue sometida a revisiones periódicas a fin de modernizarlo.
Muchas fueron las versiones, como la estándard Tudor --la más vendida--, sedán de dos y cuatro puertas, cupés y descapotables, como faeton, roadster, cabriolet.
Volviendo al Ford A que presentamos en la versión dos puertas con capota, está pintado en color bermellón con los guardabarros y estribos y la capota en negro.
Las llantas con los rayos están pintados en rojo, las cubiertas tienen bandas blancas, el borde del radiador está cromado, los estribos tienen una rejilla para limpiar el calzado y no embarrar el auto al subir, los espejos están biselados, todos detalles que le dan distinción a esta versión especial y modificada. La capota tiene una parte de material transparente para mirar hacia atrás, y los faros están instalados sobre una barra horizontal que une los guardabarros.
El auto fue restaurado en Nueva Helvecia en el taller Haberli y la tarea insumió alrededor de dos años y medio, de acuerdo a lo expresado por Fernando Courdín. Sin duda este Ford A luce de manera impecable.
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