Paysandú, Miércoles 28 de Enero de 2015
Opinion | 27 Ene ¿Cómo pueden los gobiernos, las organizaciones campesinas y el sector privado aprovechar el actual impulso mundial y tomar medidas concretas de apoyo a los agricultores familiares más allá de 2014?, preguntaba la FAO durante el Diálogo Global sobre Agricultura Familiar, realizado el año pasado.
El 2014 fue declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas Año Internacional de la Agricultura Familiar, bajo el eslogan “Alimentar el mundo, cuidar el planeta”, que apuntó a la promoción de un futuro sostenible y con seguridad alimentaria.
No se trata solo de un tema de agenda, sino que la incidencia de la agricultura familiar en este objetivo no es poca: de ella proviene el 80% de los alimentos a nivel mundial.
En la mayoría de los países las explotaciones familiares son importantes como transmisoras de conocimientos y aliados centrales para lograr dietas más saludables, incluyendo a los sólidos sistemas alimentarios locales que vinculan estas explotaciones con las escuelas y comunidades.
Los líderes del mundo sostuvieron durante el año pasado que se debe proveer a los pequeños campesinos familiares de un entorno normativo propicio para contribuir a los objetivos de seguridad alimentaria local y global. Algunos países, como por ejemplo Hungría, están trabajando activamente para hacer que los estilos de vida rurales sean más atractivos, lo que incluye mejorar la infraestructura rural, facilitar el acceso al crédito y apoyar el agroturismo y la agricultura orgánica.
En Uruguay, fue aprobada recientemente, por unanimidad en ambas cámaras, una ley que declara a la Agricultura familiar de interés general y por otra parte establece una reserva de mercado, a la compra de productos de esta naturaleza en las compras estatales.
Según el gobierno, no se trata de una ley de subvención ni de empleo protegido, sino que se les exige a los productores familiares –que deberán vender no en forma individual sino asociados-- un nivel de calidad importante y se les exige un precio acorde con los que se manejan en el mercado.
Como novedades, introduce el llamado “circuito corto” y la “compra de cercanía”, lo que permite eliminar los intermediarios que van desde la producción al consumo del producto. Esto posibilita que los ordenadores de gasto público puedan planificar sus compras anuales de alimentos a productores de su zona, lo que se instrumentará mediante llamados a oferentes, permitiendo a su vez a los productores planificar su producción.
Habrá que ver cómo funciona el sistema en su instrumentación real, pero es un avance notorio contar con normativa que posibilite a los pequeños agricultores vender directamente al Estado, lo que está en consonancia con los objetivos planteados desde la FAO y las acciones que en este mismo sentido vienen desarrollando otros países del mundo.
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