Paysandú, Sábado 31 de Enero de 2015

Potencial maderero está aún subexplotado

Opinion | 30 Ene El crecimiento de la producción y explotación forestal en nuestro país, a partir de la Ley de Desarrollo Forestal aprobada sobre fines de la década de 1980 y seguida como política de Estado, felizmente, presenta a esta altura del nuevo milenio más luces que sombras, y las sombras refieren a procurar un mejor aprovechamiento del potencial maderero del país, así como la dotación de valor agregado y mejora de la logística, en un resumen sintético sobre la problemática del sector.
Es pertinente, en pleno crecimiento forestal y ya de maduración de bosques, señalar que las expectativas en lo que refiere a la producción de celulosa, con dos plantas instaladas y una eventual tercera en la etapa de anteproyecto, efectuar un repaso del panorama del sector, por cuanto si bien se parte de la implantación y producción de madera, hay diferencia en la situación entre subsectores.
No puede soslayarse en este contexto, según coinciden los analistas, que el desarrollo de la producción de pulpa de celulosa ha sido exitoso, y que hasta es posible pensar en una tercera planta, aunque la definición no será en el corto plazo y dependerá también de las condiciones externas de oferta y demanda, de acuerdo a especialistas que analizaron el tema para la revista El País Agropecuario.
Uruguay exporta celulosa por unos 1.400 millones de dólares, de acuerdo a las previsiones para este año, con ambas plantas produciendo un volumen proyectado de un millón 300.000 toneladas al año cada una. La competitividad de esta industria es buena, y se centra fundamentalmente en la gran escala de las plantas industriales, de las mayores del mundo, y en las buenas plantaciones forestales, de alta producción y buena calidad de madera pulpable, aunque con carencias en el plano de la genética, localización y logística.
Es positivo además que a esta cadena industrial sigan incorporándose decenas de nuevos productores forestales, haciendo uso de planes de fomento y alianzas promovidas por las empresas exportadoras, sumando de esta forma madera para la industrialización, al tiempo que aportan un rubro adicional a los productores y alianzas estratégicas que permiten una sinergia con otros rubros, como el ganadero. El caso del subsector de la madera sólida, sin embargo, no goza de tan buena salud como la industria de celulosa, porque hay problemas con algunos mercados pero también hay una serie de factores internos, de carencias en el país y en la propia disponibilidad de producción, que conspiran contra su desarrollo. Este subsector comprende la madera aserrada y confección de tableros, básicamente, y hay elementos positivos y negativos en su ecuación.
Si bien hay mucha madera aserrada, y se nota un montaje y traslado de aserraderos hacia las zonas de disponibilidad forestal, caso de Tacuarembó y Rivera, básicamente, hay aserraderos de menor porte que tienen dificultades para acceder a madera de aserrío, con fuertes costos en transporte y a la vez a un precio elevado de la madera, según han señalado en más de una oportunidad y trasladado este planteo a las autoridades ministeriales.
El cierre de Urupanel, la segunda industria de tableros en tamaño en nuestro país, ha significado un revés para esta rama de actividad, y puesto de relieve carencias en la formulación del proyecto y la producción, con el común denominador que también incluye a los aserraderos, en el sentido de que no es nada fácil montar un emprendimiento en el sector sin base de la producción propia de madera o tener fácil acceso a montes cercanos.
En este caso, de acuerdo al análisis de especialistas, poco después de iniciar actividades Urupanel vendió sus montes, y su producción no tendría la escala suficiente para generar un producto con mejor competitividad, a lo que se agregó la conflictividad sindical, y si bien un grupo chileno se haría cargo de la planta, de los más de 400 trabajadores originales solo tomaría menos de un centenar.
Para este subsector, la reactivación de la economía de Estados Unidos, que es uno de los principales destinos de esta producción, es una buena noticia.
Pero la producción de madera sólida cuenta todavía con desafíos para afrontar, que refieren a poder aportar madera más apropiada para la construcción y los propios tableros y contrachapados, donde incluso se está utilizando en mayor medida el eucalipto Grandis que el pino.
Uno de los aspectos claves para que se proyecte con mayor dinámica la compra de madera para construcción tiene que ver con el hecho de que la madera que se produce en nuestro país es de baja durabilidad natural, y para ello conspiran no solo las propias condiciones de esta madera, sino el clima del Uruguay, donde hay zonas con alta humedad y contrastes manifiestos de acuerdo a la época del año. Por lo tanto, se plantea la necesidad de la introducción y desarrollo de nuevas tecnologías orientadas a aumentar la durabilidad de la madera, sobre todo a la intemperie, lo que incluye el secado, protección por diseño, impregnación en profundidad y modificación, lo que constituye un cuello de botella que de superarse podría mejorar sustancialmente el perfil de las industrias de madera sólida, que deberían aumentar su escala y la disponibilidad de materia prima.
Pero el déficit mayor, ya incluyendo a todo el sector maderero, refiere a la logística, para lo que es imprescindible la reactivación del ferrocarril como medio de transporte ideal para atender las necesidades de las explotaciones forestales, y como además el precio del gasoil es muy elevado en nuestro país, la alternativa del transporte carretero resulta cara y afecta la competitividad y los costos en general.


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