Paysandú, Lunes 02 de Febrero de 2015
Opinion | 31 Ene Finalmente el consejo directivo de la Federación de Funcionarios de Salud Pública (FFSP) resolvió expulsar a dos de sus integrantes y suspender a otros cuatro por el caso de corrupción vinculado con la cooperativa de limpieza Buena Estrella, basado en el informe elaborado por la Comisión de Ética del sindicato, que había sugerido la suspensión de los miembros del sindicato que se vieron envueltos en el caso de corrupción que la Justicia comprobó, entre la Administración de Servicios de Salud Pública (ASSE) y la cooperativa Buena Estrella.
El exdirector de ASSE en representación de los trabajadores, Alfredo Silva, fue suspendido por cinco años del gremio y no podrá realizar actividades sindicales durante ese plazo, en tanto Heber Tejeira, quien fue procesado con prisión, será comunicado cuando quede en libertad acerca de su expulsión del sindicato.
A la vez, otros tres funcionarios de Salud Pública fueron suspendidos por la Federación, uno por tres años y dos por el episodio de corrupción que evidenció la sobrefacturación de horas por esa firma de limpieza, que trabajaba para el Hospital Maciel.
Se trata a ojos vistas de una consecuencia tardía de un episodio que generó gran conmoción, y que revela que la corrupción no es “exclusiva de la derecha” y que no hay ámbito de actividad, sobre todo en la esfera estatal, que esté libre de ella, cuando operan grupos de poder tras bambalinas, para torcer las cosas de acuerdo con su conveniencia, reivindicando causas “justas” y actuando al margen de la ley y la ética, porque se creen dueños de la razón.
En este caso, los dirigentes sindicales, aprovechando la falta de controles y el ojo distraído de los compañeros, traficaron influencias o directamente cometieron fraude contra el Estado para beneficiar a cooperativas de exfuncionarios que cobraban dos o tres veces más que lo que correspondía por sus servicios, pero al mismo tiempo también hubo algún dirigente que cobraba coimas por ese tipo de favores.
Los sucesos de corrupción en ASSE, más allá del exceso de poder conferido a la representación sindical que no era llamada al orden con la severidad requerida, revelan que se trató de una serie de instancias en la que se hizo honor al viejo dicho de que “el fin justifica los medios”, que en buen romance significa que en esta visión está bien violar la ley, las normas y la ética, cuando lo que está en juego es la lucha de clases. Y quien debería ser el leit motiv de los desvelos, es decir el paciente, pasa a un segundo plano porque están primero los derechos del sindicato y los afiliados.
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