Opinion | 02 Feb En la semana anterior, hartos de sufrir los pozos, vecinos de Minas de Corrales, con el apoyo de la Minera San Gregorio, conformaron una brigada civil y salieron a tapar los grandes baches de la Ruta 29, en el tramo que va de Manuel Díaz --en el límite con el departamento de Tacuarembó-- hasta la villa minera.
En primera instancia, los vecinos pensaron en llamar la atención de las autoridades, pero luego optaron por hacer algo seguramente más expeditivo, que fue el salir en brigadas a tapar los pozos, para no seguir padeciendo y por lo menos transitar con algo más de velocidad el tramo de referencia.
Por supuesto, la situación que se da en esa zona no es propia de Rivera y ni siquiera solo del norte del país, sino que es una constante en numerosas zonas, sobre todo las más alejadas de la metrópolis montevideana, a las que el Ministerio de Transporte suele llegar tarde y mal, y no siempre con reparaciones duraderas ni que generan la seguridad que requieren las carreteras.
Mientras esto ocurre en el departamento norteño, el MTOP anunció que invertirá U$S 60 millones en la reparación de las rutas 12, 54 y 55 de Colonia, destrozadas por el pasaje intensivo de camiones hacia Montes del Plata y de las cosechas graneleras.
Los ciudadanos que tomaron las herramientas por su cuenta y riesgo, en tanto, han trabajado durante días en ese tramo de carretera angosta, llena de curvas, con un intenso movimiento vehicular, pues es la vía de acceso a Minas de Corrales para los vehículos que provienen del sur por Ruta 5 o del norte, por esa misma arteria.
La otra vía de acceso (Ruta 28) comunica con la 27 en Paso Ataques, camino que utilizan quienes pretenden unir la capital departamental con la localidad de Minas de Corrales.
Según da cuenta El País, decenas de pobladores actuaron como improvisados obreros mientras la empresa minera aportó material e incluso maquinaria. Javier Martínez, gerente de la minera manifestó que “se trata de una iniciativa de los vecinos, que están preocupados por el peligro inminente que representa el estado de la ruta”.
También señaló que “el domingo se cumplirá la segunda etapa, tapando los pozos con mezcla asfáltica”. En forma casi simultánea, en Paso Serpa, kilómetro 12 de Ruta 27, que une Rivera con Vichadero, los vecinos comenzaron a movilizarse hace dos semanas, oportunidad en la que se manejaron distintas alternativas, entre ellas cortar la ruta. Pero prefirieron recolectar firmas para reclamar la inmediata reparación de esta arteria. El estado de la ruta es “deplorable” en sus primeros kilómetros, extremo que fue reconocido por el ministro Enrique Pintado, quien en una reciente visita al norte dijo que le “dolía” el estado de las rutas 27 y 30.
Entre los principales afectados figuran los vecinos del centro poblado Lagos del Norte, al que se accede por un camino vecinal que comienza en el kilómetro 8 de esta ruta. Allí viven todo el año cientos de familias, cantidad que aumenta considerablemente durante la temporada estival. Sin ir más lejos, en Paysandú, la Ruta 26 ya tiene como característica el parecer poco menos que un campo minado, que es sometida a la vez a reparaciones ocasionalmente, pero con serio peligro para el tránsito en esa ruta transversal, que cruza el país hacia el noreste y que sobre todo en el verano es muy transitada por argentinos que viajan rumbo a Brasil. Lamentablemente, no pasa temporada sin que se registre algún accidente con víctimas fatales, debido al estado calamitoso en algunos tramos, su trazado mucho más complicado que el de las carreteras de la vecina orilla e incluso de nuestro país, sin que se logre una respuesta más o menos a tono con las necesidades del tránsito carretero.
Mientras tanto, la tarea que lleva a cabo el ministerio es mucho más lenta que la velocidad con que se destrozan las rutas, y se consolida cada vez más el síndrome de la frazada corta, que no alcanza para tapar al mismo tiempo la cabeza y los pies, por cuanto los recursos del Estado resultan insuficientes para atender esta demanda, y las prioridades presupuestales no toman este camino.
Tampoco se ha generado todavía la infraestructura que se esperaba a través de la participación privada en la ley, pese a que ha transcurrido ya un período prudencial. Eso implica que a esta altura deban afectarse recursos extrapresupuestales para “ir tirando” mientras se esperan las supuestas inversiones en infraestructura.
En este contexto, el MTOP anunció días atrás que en mayo las cinco rutas en muy mal estado (12, 22, 54, 55 y 96 de Colonia y Soriano) estarán “en condiciones óptimas” para la zafra cerealera y --según un comunicado del mismo ministerio-- Montes del Plata pidió autorización para aumentar el tránsito en la zona, lo que sumado al sostenido crecimiento agroindustrial hace prever un aumento de transporte de carga pesada de un 300%, al que se sumará otro 100% este año. Los fondos para la realización de estas reparaciones surgieron de las “economías generadas en todo el Estado”, según dijeron a El País fuentes del Ministerio de Economía y Finanzas, pero así y todo se trata apenas de un paliativo ante la magnitud de los requerimientos en materia vial y coordinación intermodal.
Precisamente para la madera y los granos es imprescindible contar con el aporte del ferrocarril y vías de salida adecuadas para puertos como el de Paysandú, Fray Bentos y Salto, mientras se encara el proyecto de dragado y balizamiento del río Uruguay.
De esta forma se ahorrarían recursos preservando las carreteras de buena parte del tránsito pesado, que es el que las rompe, y más o menos acortar la brecha entre demanda y respuesta en recursos. También así se generaría la infraestructura todavía ausente para dar sustentabilidad al esquema del mentado país productivo, que se basa en productos primarios de gran volumen y que --consecuentemente-- tienen en el flete un componente muy pesado en el esquema de costos.