Paysandú, Martes 10 de Febrero de 2015

Demasiado hasta para Momo

Opinion | 04 Feb Momo está en nosotros. Como todos los febrero, el carnaval llega para instalarse como la fiesta popular por excelencia. En todo el país se la vive de una manera especial, pero con matices. Aquí en Paysandú el énfasis está dado sin dudas en el concurso oficial, en la presentación de murgas, parodistas, humoristas y revistas, en tanto lubolos y comparsas siguen sin animarse a retornar al concurso oficial, al que por cierto mucho bien le harían.
Pero lo realmente popular en el carnaval de Paysandú es el desfile, lo que reúne realmente a miles de personas en 18 de Julio.
Ya se ha realizado el primer desfile y nuevamente gran cantidad de personas se acercaron a 18, más al Oeste de la semipeatonal para apreciar a unas veinticinco agrupaciones, incluidos los Faroles, que desfilaron con sus mejores lujos.
No obstante, si algo ha dejado en claro el primer desfile es las falencias de desarrollo, que afectan directamente el disfrute de todos. No quedan dudas del esfuerzo de cada uno de los participantes en dedicar tiempo y dinero para aparecer con los mejores lujos y para desfilar con alegría contagiosa.
No obstante, no es posible que un desfile de esta cantidad de participantes demore cuatro horas entre su punto de partida y su lugar de arribo.
Para que eso sucediera coincidieron varios elementos. Por un lado las agrupaciones fueron enlenteciendo el ritmo de desfile a medida que avanzaban, aumentando su interacción con el público, perdiendo tiempo para tomarse fotografías con los asistentes.
Por otro lado, la cantidad de público --especialmente niños-- que de manera permanente ocupaba la calle, dificultaba el avance del desfile.
A eso se sumó al promediar el desfile que las agrupaciones que habían llegado a plaza Artigas retornaban a sus lugares de salida, donde seguramente estaban sus vehículos caminando directamente por la calle, en sentido contrario. Una total y clara falta de respeto a sus compañeros de desfile.
Estas prácticas deslucen el desfile. De hecho, en las cuadras más al Oeste se apreció claramente como poco a poco el público comenzó a retirarse, cansado de todo eso y –también-- de los espacios muertos entre agrupación y agrupación, que en algunos casos llegaron a dos cuadras.
No es difícil hacer un desfile de verdad. El de Montevideo, el de Melo son claros excelentes ejemplos. ¿Por qué Paysandú no puede? A las malas prácticas hay que suplantarlas por mejores. Hay que poner reglas claras y buscar la manera de sancionar a los infractores. El ejemplo de las aparecerías puede ser bueno. Cuando una sociedad desfila mal en Paysandú Ciudad no tiene apoyo para desfilar en el Encuentro con el Patriarca. Algo hay que hacer. Momo quiere relajo. Pero con orden.


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