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Paysandú, Martes 10 de Febrero de 2015

Conductas al volante

Opinion | 10 Feb Más de 90% de los accidentes de tránsito son responsabilidad humana. El descuido, la impericia, la falta de previsión o de responsabilidad al conducir son generalmente la causa de buena parte de los siniestros viales. Aunque existen normas y medidas de seguridad conocidas por todos, al final es uno quien elige si usar cinturón de seguridad o casco o no, si cruzar a otro vehículo en una curva o en doble raya amarilla o no hacerlo. Se puede elegir conducir habiendo ingerido alcohol o no tomar alcohol si se va a conducir. Lo que no se puede elegir son las consecuencias de estas conductas. Para contestar frases como “¿qué me podría pasar?” o “no va a pasar nada” están las estadísticas y el relato de los sobrevivientes o de las familias de aquellos que fallecieron en un accidente. Lo más triste es que generalmente ponemos en riesgo no sólo nuestra vida sino también la de otras personas que pueden verse involucradas y sufrir graves consecuencias.
Tampoco es necesario recurrir a las estadísticas para saber que los uruguayos conducimos bastante mal. Alcanza con salir a la ruta y observar los adelantamientos incorrectos y la velocidad. Basta con salir a cualquier calle para ver motociclistas sin casco, peatones que cruzan en cualquier parte de la calzada o bicicletas, autos y motos que no respetan una cebra o tan siquiera la preferencia de paso.
Según estudios internacionales, el denominado “factor humano” influye en más del 90% de los siniestros de tránsito. ¿Todos ellos están relacionados con nuestra conducta? Un alto porcentaje posiblemente sí. ¿Tendríamos que ir al psicólogo los conductores? En algunos casos, sí.
Entre los factores que motivan los errores humanos se destacan los previos al accidente, que pueden ser en ejecución de una maniobra, los llamados “agentes directos diversos”, como el cansancio, determinadas enfermedades, el estrés o el consumo de drogas, así como también hablar por teléfono. Finalmente están los agentes relativos a la imprudencia, tales como sobreestimar la habilidad del conductor o de la velocidad propia.
Un artículo de El Observador de estos días citaba a técnicos de la Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev) que señalaban que si bien las intendencias se manifestaron a favor de la participación de un médico y un psicólogo para aplicar pruebas psicofísicas al otorgar la libreta de conducir, la “disparidad de las realidades” de cada departamento ha hecho imposible ponerse de acuerdo en los parámetros de evaluación de las capacidades psicofísicas. En definitiva, posibles trastornos de personalidad o agresividad son factores que no se están evaluando al otorgar las libretas de conducir amateur aunque países mucho más grandes y con mayor población que Uruguay las aplican. ¿No estaremos pagando un precio demasiado caro por no llegar a un acuerdo?


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