Paysandú, Miércoles 11 de Febrero de 2015
Opinion | 11 Feb Se conmemoró ayer. Pero tiene que tener vigencia todos los días. En la víspera, 10 de febrero, se celebró el 12º Día Internacional de la Internet Segura (Safer Internet Day), con el objetivo de llamar la atención sobre la necesidad de un uso cuidadoso de lo que nos parece tan cotidiano como el uso de computadoras y smartphones. De pronto tenemos “amigos” en redes sociales, a quienes jamás conocimos y probablemente nunca conoceremos, con los que nos atrevemos a tratar temas personales que con nuestro círculo íntimo no.
De pronto alegremente compartimos fotos de nuestras vacaciones, de la familia, de la casa donde habitamos. Estamos siempre dispuestos a dar datos de nosotros mismos, sin tomar verdadera conciencia de a dónde y a quienes llegan esos datos. Y qué pueden hacer con ellos personas desaprensivas o directamente ciberdelincuentes.
Este año el énfasis estuvo puesto en niños y adolescentes a través del lema “Creemos una Internet mejor juntos” y no está nada mal cuidar a los más pequeños de los peligros cibernéticos. Padres, educadores, empresarios y políticos, todos tienen un papel importante para poder lograr este fin.
No quedan dudas que los padres deben supervisar la utilización de las nuevas tecnologías. Si piensan regalar a su hijo un móvil o una tableta resulta imprescindible conversarlo, establecer límites, apoyarse en programas específicos que ayudan a que no se navegue por sitios potencialmente peligrosos, ya sea por su contenido como porque son un nido de virus.
Como tantas otras cosas han pasado a formar parte del paisaje cotidiano, las computadoras con webcam y los smartphones con la misma función están por toda la casa. Y es necesario darles el respeto que verdaderamente merecen y ser cuidadosos con su uso.
Medidas sencillas como una difusión responsable de imágenes incluyendo no enviar a desconocidos en aplicaciones como WhatsApp o colgar fotos o videos que pueden ser potencialmente perjudiciales para el propio usuario, son imprescindibles. A modo de ejemplo, si hace un tiempo publicamos fotos de nuestra casa y ahora informamos que estamos en tal o cual lugar, de vacaciones, no es difícil suponer que la vivienda ha quedado sola y puede ser objeto de un robo. Lo mismo, si compartimos fotos o videos personales, sea con quien sea, debemos saber que esos documentos ya no están bajo nuestro control, y tarde o temprano podrán hacerse públicos. Si los niños y adolescentes están más motivados a compartir todo, corresponde a los padres conocer las redes sociales, por ejemplo, que ellos usan.
No hay dudas que los avances de la tecnología son siempre bienvenidos. Pero hay que establecer límites en lo que refiere al uso de Internet. Para no quedar atrapados y en alguna medida ser víctimas de algo que hoy nos es tan cotidiano.
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