Opinion | 12 Feb “Si los precios siguen así” en cuanto al valor internacional del crudo, es posible que Ancap disponga una nueva rebaja de los combustibles a partir de abril, según evaluó en las últimas horas en la Comisión Permanente del Senado el presidente de Ancap, José Coya, quien defendió la rebaja de los combustibles decretada el pasado 7 de enero --3% en el caso de las naftas y 5,5% en el gasoil--, porcentaje que con justa razón ha sido considerado como ridículo y simbólico para la enorme mayoría de la población, teniendo en cuenta el desplome de la cotización internacional del crudo.
Coya “explicó” que la rebaja se determinó contemplando la composición de costos de Ancap y atendiendo al precio en que anteriormente compraba el crudo que se refinaba en el país, y sostuvo que para el ente, dados los distintos componentes del precio del petróleo, la rebaja para el ente implicó que por litro vendido le ingresan 8% menos para el caso de las naftas y 13% para el gasoil. Evaluó que ello se debe a que el Imesi, el impuesto que paga la nafta, es un ficto y no una tasa que varíe en función del precio, con lo cual una disminución en el precio al público lleva a que el ente reciba una rebaja mayor en sus ingresos.
Consultado por los parlamentarios sobre una posible nueva rebaja, dijo que si los precios “continúan así”, “seguramente haya una nueva rebaja de los combustibles en abril”. Igualmente, alertó que el sector petrolero tiene una gran “volatilidad” y no se puede saber “qué puede pasar en los próximos días”, e indicó que Ancap, en base a analistas, calcula un barril promedio a U$S 70 durante todo 2015.
Los ajustes de tarifas de Ancap están asociados a una paramétrica, determinada por el valor del dólar y del petróleo y que explica las nuevas tarifas.
En cuanto a la evolución de los precios internacionales, según el último reporte de Citigroup, la expectativa sigue siendo a la baja; e incluso se animó a insinuar el final de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo). Para el banco estadounidense, los precios del petróleo de la actualidad son una “ilusión” y pronto se podría alcanzar los U$S 20 por barril “por un tiempo”.
“Parece sumamente improbable que la OPEP pueda volver a su antigua forma de hacer negocios”, aseguró Edward Morse, jefe global de investigación de materias primas de Citigroup.
Los elementos manejados por las autoridades de Ancap suena mucho más a una excusa para disimular que el ente en realidad está embolsando dinero extra por no trasladar a las tarifas los menores costos que ya tiene, porque está de por medio la necesidad de tratar de absorber por lo menos parcialmente el déficit de unos 160 millones de dólares que tuvo el año pasado, en parte por inversiones en las paraestatales como ALUR, más ineficiencias propias y costos de producción exacerbados, lo que puede hacer precisamente porque tiene el monopolio en los combustibles, y por el contrario, está sujeto a pérdidas en el área del cemento porque tiene competencia y no puede fijar los precios a su antojo. Pero paralelamente, está de por medio la necesidad de recursos del Estado, que como señaláramos en anterior comentario, presenta gastos fijos muy altos que deben sostenerse en base a una recaudación por encima de las previsiones, teniendo en cuenta que el déficit es del orden del 3,5 por ciento sobre el Producto Bruto Interno (PBI).
Es decir que ya este gobierno, en consulta con el que asumirá el 1º de marzo, que es del mismo partido, ya ha encarado el “ajuste fiscal” que había negado durante la campaña electoral. Lo señaló precisamente en la sesión de la Comisión Permanente el diputado nacionalista Pablo Abdala, quien cuestionó la magnitud de la rebaja de los combustibles y el aumento de las tarifas de UTE. El legislador aseguró que se quedó con la “impresión” de que el ministro de Industria, Energía y Minería, Roberto Kreimerman, presente en sala, “no quedó muy satisfecho” con estas decisiones.
Para Abdala, la rebaja, que “fue menos de lo esperado”, y el aumento de las tarifas de UTE, vienen de la mano de un problema fiscal. “El déficit no es ajeno a esto y está directamente relacionado. Lo que hace el gobierno es un ajuste fiscal”, aseguró.
Por su parte, Kreimerman defendió la gestión desde la “transformación energética” que tuvo el país en los últimos años, con un cambio “estructural” en la energía y las telecomunicaciones. “La discusión hay que enmarcarla en un cambio estructural profundo”, en el que cada parte realizó las inversiones necesarias para llegar a ese cometido, dijo el ministro.
Como argumento es en extremo pobre y cae por su propio peso, sabiendo como funciona la “lógica” de las cuentas públicas en nuestro país, lo que no es patrimonio de la izquierda ni de los partidos tradicionales, sino que cada quien ha hecho lo suyo en su momento. Por todo esto, nos atrevemos a asegurar que así fuese que Ancap reciban de regalo todo el petróleo que consume, igualmente seguiríamos teniendo los combustibles más caros de la región. Por lo pronto, el precio del crudo ya bajó a la mitad y para la refinadora monopólica del Estado eso sólo ameritó una rebaja de un par de pesos sobre los más de 40 que costaba el litro de nafta. Sea por la excusa que sea.
Y así, más allá de los cambios “estructurales” están de por medio las urgencias de caja, y el gobierno de turno, cuando las cosas se complican, simplemente echa mano a lo que tiene más cerca, en este caso la recaudación instantánea por Ancap de lo que vende en el surtidor, aprovechando la coyuntura de la baja del petróleo, para reponer las cuentas de Ancap y el dinero que necesita Rentas Generales ante el grueso déficit fiscal.
Y en este tema específico no hay políticas energéticas de corto, mediano o largo plazo, sino prioridades que atender, y desde el punto de vista de las cuentas estatales es una lógica perversa, con el consumidor nuevamente pagando la fiesta del exceso del gasto.