Paysandú, Martes 17 de Febrero de 2015

Menos ingresos y más gastos, una ecuación perversa

Opinion | 10 Feb De acuerdo a un análisis de los economistas Horacio Baffico y Gustavo Michelin, el nuevo gobierno habrá de asumir con una serie de condicionamientos en materia económica y financiera, uno de cuyos principales componentes es la estructura del gasto rígido del Estado, es decir de necesidades fijas de contar con dinero en determinado plazo para hacer frente a los compromisos inalterables y que no pueden dar lugar a postergaciones ni medidas paliativas, como es el caso de los salarios y las pasividades, con el agregado de que los egresos corrientes aumentan a un ritmo mayor al crecimiento de largo plazo de la economía.
Debe tenerse presente que las cuentas del sector público arrojaron un déficit equivalente al 3,5% del PBI al cabo del año 2014, lo que equivale a un aumento de más de un punto porcentual respecto al año anterior y constituye el negativo más abultado desde el año 2002, cuando estábamos en plena crisis.
Evalúan los economistas, en artículo de El País, que si bien en el corto plazo la situación es manejable, no es sostenible en el tiempo, desde que la estructura de vencimientos por el pago de obligaciones no es apremiante, el acceso al financiamiento sigue siendo fluido gracias al grado inversor recuperado, y se cuenta con un nivel de reservas que llegado el caso permitiría hacer frente a compromisos de corto plazo.
Pero este panorama puede cambiar rápidamente y de no implementar correctivos y seguir el déficit en niveles elevados, el gobierno deberá recurrir a un incremento del endeudamiento, lo que puede afectar negativamente la percepción de las calificadoras sobre la sostenibilidad futura de esa deuda, y por ende la calificación actual.
Ya en un análisis más fino en el desempeño de las finanzas públicas, evalúan que a lo largo del último año se constata que el deterioro se explica en partes iguales tanto por un descenso de los ingresos como por un aumento de los gastos. En términos del PBI los ingresos cayeron 0,4%, al tiempo que los egresos aumentaron en igual porcentaje, lo que equivale a decir que ambos factores se suman para acentuar el déficit.
El resultado financiero del consolidado gobierno central-BPS presentó un déficit equivalente al 2,3% del PBI en el último año, deteriorándose en 0,8 puntos respecto a 2013, y para ello contribuyeron por partes iguales los menores ingresos y los mayores gastos.
Los economistas consideran, con los datos a la vista, que el dato puntual de 2014 es relevante por su propia magnitud, ya que alcanzó un nivel muy elevado, y en un segundo aspecto, porque se trata del último año de una administración, y representa por lo tanto la herencia que se traspasa a un nuevo gobierno.
Y en cuanto al desempeño en el quinquenio, surge claramente que la performance fiscal mostró un fuerte deterioro a partir del año 2012, en tanto el déficit del último año de la administración anterior fue del 1,6% del PBI.
El deterioro se explica por un incremento sustancial del gasto, con la salvedad de que los que aumentaron fueron los gastos primarios corrientes, es decir salarios, pasividades, gastos no personales y transferencias. En su conjunto, estas partidas se incrementaron en 2,5 puntos del PBI respecto al último año de la administración anterior y 0,4 puntos en el último año.
El punto es que por su esencia se trata de rubros muy rígidos que restan margen de maniobra al manejo del gasto, y que en buen romance gran parte de la recaudación, ya sea esta mayor o menor, debe ser afectada ineludiblemente a financiar estos rubros, lo que es un problema que se puede disimular en épocas de bonanza, como hemos tenido hasta el presente, pero es un cuello de botella si la situación se revierte y mucho más si se ingresa en una crisis.
En este contexto, juegan un papel muy importante las transferencias de recursos, y es así que evalúan los analistas que en particular sobresale el incremento que experimentaron las transferencias, responsables de casi el 90% del aumento total del gasto.
Es así que al interior del rubro transferencias se incluyen varias partidas, siendo las más voluminosas las que están en la órbita del BPS. Se encuentran allí los aportes al seguro nacional de salud, el seguro de desempleo y los aportes a las AFAP. A nivel del gobierno las más relevantes son las transferencias a las intendencias, asociadas en particular a la patente única.
Pero hay diferencias en el perfil de estas transferencias, porque en el caso de las AFAP, tienen financiamiento propio y no son un gasto, desde que es dinero que recauda el BPS que pertenece a las administradoras de fondos previsionales y el BPS es solo agente de retención.
Otro componente del gasto que subió en el período y en el último año son las pasividades. Su evolución está atada a la de los salarios, que continúan creciendo en términos reales. Asimismo en el año 2012 se adoptaron medidas que flexibilizan las condiciones de acceso a una pasividad, lo que motivó que haya un incremento de los beneficiados. Como contrapartida, disminuyeron las inversiones en términos del PBI. En el primer año de la actual administración representaron el 1,7%, cayendo al 1,4% en el último ejercicio. La falta de inversiones en infraestructura es uno de los problemas que enfrenta la economía y que sufre el sector privado en mayores costos asociados a insuficiencia logística, lo que equivale a decir que subieron los gastos al mismo tiempo que cayeron las inversiones en infraestructura.
Tenemos la ecuación de un gasto rígido al mismo tiempo que las necesidades de infraestructura ameritan un incremento de recursos, y por más que se apele como nunca a la participación privada, ya que el Estado no cuenta con los recursos suficientes, no todas las necesidades son rentables desde una óptica empresarial.
Ello explica que la Administración Vázquez deba hilar muy fino para atar estas moscas por el rabo, y necesita conjugar prudencia con austeridad, atacar fuertemente el gasto público superfluo y tener por lo menos algo de margen de maniobra mientras al mismo tiempo, suponemos, introduce correctivos para abatir la vulnerabilidad que tiene el país por la magnitud y rigidez del gasto, con una actitud firme que hasta ahora no se ha tenido.


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