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Paysandú, Domingo 22 de Febrero de 2015

Luto

Opinion | 22 Feb La muerte de dos mujeres y un niño en Artigas, a raíz de la explosión de una garrafa utilizada para cocinar frankfurters que se vendían en un quiosco durante el desfile de Carnaval, dejó al desnudo otras realidades realidades que ya no admiten ni la menor excusa.
El “apagón logístico”, mencionado por el presidente José Mujica en su audición radial del 23 de junio de 2011 y que nunca se hizo realidad, presentó nuevamente “una crisis de carretera que nos puede maniatar”, según aquellas palabras. A pesar de que en Uruguay no se han registrado catástrofes climáticas o de otro tipo que pongan a prueba los servicios de emergencias y las fuerzas vivas en general, esta tragedia ocurrida a casi 600 kilómetros de la capital del país, revela que el norte tampoco existe. Incluso demostró la amplia capacidad que tiene la clase dirigente para deslindar responsabilidades en una situación que ahora no tiene arreglo.
Los pacientes fueron trasladados por tierra, en tanto las autoridades señalaron que los helicópteros de la Fuerza Aérea, Airbus AS-365 “Dauphin”, no cuentan con el equipamiento necesario para atender un estado extremadamente delicado, con quemaduras en vías aéreas. Ante esta situación, resolvieron movilizarlos en ambulancias que debieron transitar 105 kilómetros por territorio brasileño, entre Quaraí y Livramento, por el mal estado de la Ruta 30 que une Artigas con la Ruta 5. Este periplo demoró 10 horas, cuando por helicóptero se efectúa en dos y su aterrizaje se concreta en cualquier espacio plano suficientemente grande, como por ejemplo una cancha de fútbol.
El helicóptero adquirido por la Unidad Nacional de Seguridad Vial para asistir a los casos de emergencia, costó U$S 4,5 millones, y “no está instalado donde debería estar, que es en la base de Durazno porque hay problemas con equipos médicos”, confirmó Mujica. Por otro lado, Artigas no cuenta con un CTI “porque se carece de médicos intensivistas”, un drama que enfrentan varios departamentos del Interior, en particular los que están alejados de Montevideo, dijo la ministra de Salud, Susana Muñiz, al visitar aquel departamento. Mientras, los habitantes de la zona reclaman desde hace diez años por el mal estado de la Ruta 30. El director nacional de Vialidad, Luis Lazo, dijo que está “perfectamente transitable” hasta el cruce con Ruta 5, a 200 kilómetros de Artigas. Para el jerarca “son apenas 25 kilómetros no transitable” y eso es mucho territorio cuando se habla de casos de vida o muerte. Lazo agregó que en la semana que comienza “se abrirá una licitación para la refacción de ese tramo”. Parece un chiste, pero no lo es. Estamos hablando de una capital de departamento, no del último pueblito perdido en una cuchilla.
Lo cierto es que el norte del país es un territorio liberado a la buena de Dios cuando ocurren tragedias de este tipo. Sin carreteras adecuadas, médicos intensivistas para un CTI o traslados apropiados a los tiempos actuales, nos demuestran –una vez más—lo lejos que estamos de ser un país de primera.


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