Paysandú, Martes 24 de Febrero de 2015
Opinion | 24 Feb El aumento de la competencia por los recursos naturales hace que la agricultura global ya no pueda funcionar según el modelo actual. El desarrollo agrícola basado en un uso intensivo de insumos que ha existido en los últimos 40 años ya no es sostenible, y se impone un “cambio de paradigma” en la producción de alimentos. Ese fue el planteo del Foro Mundial para la Agricultura y la Alimentación, realizado recientemente en Berlín, que advirtió sobre las presiones por la intensificación y la competencia de su uso para la agricultura, la silvicultura, el pastoreo y la urbanización.
El tema del foro de este año ha sido “La creciente demanda de alimentos, materias primas y energía: ¿oportunidades para la agricultura, desafíos para la seguridad alimentaria?” Las estimaciones de la FAO apuntan a la necesidad de aumentar la producción de alimentos en un 60 por ciento para 2050 para alimentar a una población que va a superar los 9.000 millones de personas.
“Que todo siga igual significaría un aumento enorme y simultáneo en las necesidades de alimentos, energía y agua en las próximas décadas: un 60 por ciento más de alimentos, un 50 por ciento más de energía y un 40 por ciento más de agua para 2050”, afirmó el director general de la FAO, Graziano da Silva.
Este organismo de Naciones Unidas asegura que el cambio climático y el aumento de la competencia entre los productos agrícolas alimentarios y no alimentarios --como la bioenergía-- han hecho más complejos los problemas de la alimentación del futuro. El tema fue planteado en esos términos a nivel global y serán el eje del debate durante el 2015 al conmemorarse el Año Internacional de los Suelos (AIS).
A pesar de ser un recurso no renovable --lo que significa que su pérdida y degradación no es recuperable en el curso de una vida humana--, el suelo es a menudo ignorado. Se estima que hoy en día, el 33 por ciento de las tierras del mundo están de moderada a altamente degradadas debido a la erosión, la salinización, compactación, acidificación y la contaminación química de los suelos.
El problema no es ajeno a Uruguay puesto que, aunque con poca prensa, la erosión de los es uno de los problemas ambientales más agudos en el país. Asimismo, el inicio de la producción de biocombustibles traerá cambios importantes para los sistemas de producción y la competencia por usos del suelo ha registrado en los últimos años fuertes presiones de cultivos como la soja y forestación. Por lo tanto, la conservación del suelo y el manejo sostenible de la tierra se han convertido en esenciales para revertir la tendencia de la degradación del suelo y garantizar, también aquí, la seguridad alimentaria y un futuro sostenible.
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