Opinion | 20 Feb Llega otra edición de la Semana de la Cerveza y como cada año, hay temas que vuelven, que parece no han sido suficientemente debatidos o que la sociedad sanducera no ha encontrado puntos reales de entendimiento.
Quizás la mayor resistencia del sanducero es que el predio ferial desde hace años ha sido delimitado, separado del uso público y por ende se cobra una entrada para acceder a él. Aunque en otras comunidades no es igual, en la nuestra el criterio es que todo debe ser gratuito, sin dejar en claro quién debe hacerse cargo de los pagos en una fiesta de este tipo.
Aunque el sanducero tiene los mismos problemas económicos que en el resto del país, es aquí donde el criterio de gratuidad alcanza un nivel muy alto. Por otro lado, se es muy crítico con lo que se realiza, aunque pocos están dispuestos a pagar.
Por ejemplo, se critica con severidad los desfiles de carnaval, el público en la calle entorpeciendo el pasaje de las agrupaciones, la demora y otros problemas. No obstante, muy probablemente si se cobrara entrada, aun cuando módica, la cantidad de público se reduciría drásticamente. Pero precisamente si se cobrara se podrían colocar vallado como en Montevideo y contratar personal para asegurar un desfile que sea del agrado de todos.
En la Semana de la Cerveza ocurre algo similar. No pocos piden la contratación de estrellas de la canción como Ricardo Arjona, Ricky Martin o Luis Miguel. Que ciertamente serían de notable impacto. No obstante, su presencia fuera de gira tiene un costo no menor a los 800.000 dólares, considerando cachet, traslados aéreos (de personas y equipos), viáticos, estadía, viajes internos, impuestos y varios otros.
Es verdad, no resulta sencillo disfrutar de una fiesta que dura nueve días en la medida que se tenga que pagar entradas y hacer frente a los gastos que se originan dentro del predio. De eso no quedan dudas.
Pero no puede pretenderse que una fiesta de estas características, que más allá de todas las críticas que hacemos los sanduceros es de primer nivel en la región, sea gratuita, porque lo gratis en realidad lo pagaríamos todos. Y quienes deben financiarla son quienes la disfrutan, no quienes no concurren.
Hay veces en que algunos planteos --y este vuelve año tras año-- puede parecer muy popular, pero detrás de eso está el hecho que aquello organizado por el gobierno departamental que sea gratuito, en realidad lo pagamos todos. Y eso, no parece lo más razonable.