Opinion | 02 Mar Con los ecos del cambio de mando presidencial, el culto a la personalidad del expresidente por parte de propios y ajenos, recopilaciones de frases hechas, momentos destacables o para el olvido, el Fusca, el Fordson, los saludos y los silbidos, permanece por encima la invariable conducta uruguaya de transitar una jornada democrática sin mayores contratiempos.
Sin embargo, desde hoy deberán volver a su rutina la mayoría de las caras conocidas en los dos períodos de gobierno anteriores y trabajar sobre la base de lo prometido durante una campaña electoral que profundizó las divisiones, hasta presentar a un país dividido en dos mitades que no serán fáciles de conciliar a partir de sus diferencias, incluso internas.
Desde lo extrapartidario no será difícil definir las desavenencias existentes en el marco del libre juego democrático, pero se torna complejo hacia su propio interior si se observa con detenimiento que las próximas instancias están marcadas por un fuerte contralor legislativo mujiquista, cuyo poder lo hará valer y será aún más potente que la oposición.
“Tengo treinta legisladores”, tiró Mujica como respuesta ante la posibilidad de un cambio de gestión del Fondes --una herramienta creada por el expresidente-- y cuya respuesta sirve para cimentar otros proyectos por los que dará lucha desde el Parlamento.
El senador José Mujica será un hueso duro de roer y lo saben. De hecho, tratan de avanzar con delicadeza, en medio de un año complejo con la votación de la Ley de Presupuesto y las conflictividades que se avecinan por los Consejos de Salarios para integrar a los organismos de contralor.
La Corte Electoral, el Tribunal de Cuentas y la Junta Anticorrupción deberán aguardar hasta mediados de año para que vazquistas y mujiquistas logren conciliar sus referidas cuotas de poder, antes de repartir lo que le corresponde a blancos, colorados e independientes.
Por otro lado se encuentra el Parlamento, donde se presentarán los primeros proyectos de ley el próximo jueves. Los legisladores recibirán las iniciativas presidenciales para crear el sistema nacional de cuidados, la separación de la liquidación del Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (IRPF) del salario vacacional y el aguinaldo, y reinstaurar el cobro del Impuesto a Primaria para los establecimientos rurales, que formaron parte de la campaña de Tabaré Vázquez. A estos proyectos se sumará el polémico traspaso de las fiscalías del Ministerio de Educación y Cultura a la órbita de la Presidencia de la República.
El presidente de la Asamblea General y vicepresidente de la República, Raúl Sendic, se comprometió a crear “un ámbito permanente de intercambio y diálogo que le permita dar una mayor efectividad al trabajo legislativo”. Ese ámbito requiere mucho más que dar la palabra para que intervengan los parlamentarios y será necesaria una cintura de estadista para tratar con algunos “animales políticos” que ya fueron lanzados al ruedo.