Opinion | 04 Mar El venidero sábado 28 comenzará la quincuagésima edición de la Semana de la Cerveza. Será una fecha en la que los sanduceros daremos inicio a la mayor fiesta de la región. Pero especialmente una fiesta que en buena medida abrió el camino, pues a finales de los años 60 no eran muchos los festivales que se realizaban en el país.
La Semana de Turismo surgió con la ley del 23 de octubre de 1919 que formalizó la separación de la iglesia del Estado, por lo que la Semana Santa se transformó en unos días de esparcimiento y de diversión. Ya desde años antes, los jóvenes acostumbraban ir de campamento a la orilla de algún arroyo por esos días. En 1925 comenzó la Semana Criolla del Prado. Y desde entonces a la Semana de la Cerveza, en 1966, hace este año 50 años.
Más allá que, fieles a nuestro ser sanducero, criticamos con dureza a la Semana de la Cerveza, este festival es el mejor de la región, aun con sus altibajos. En las páginas de este diario han quedado escritas muchas opiniones con ideas para mejorarla. Quizás la principal, establecer un instituto autárquico que se encargue todo el año de organizar la fiesta. El hecho de establecer en octubre un comité ejecutivo ha sido siempre el talón de Aquiles de la organización, en la medida que son apenas pocos meses y en tan poco tiempo es difícil lograr, por ejemplo, una buena grilla de espectáculos.
Para colmo, la fecha en que se realiza no es buena para tener en zona artistas internacionales. Estos, en general, se encuentran preparando el inicio de sus giras del verano boreal, que luego llegan al sur en la primavera austral.
Pero, más allá de las debilidades que aún mantiene la fiesta medio siglo después, resulta inocultable que estamos ante el festival que identifica a los sanduceros y que tiene mucho más prestigio fuera de fronteras que en Paysandú.
Es una de nuestras características, no le damos la debida importancia a nuestros asuntos, siempre estamos muy dispuestos a criticar con saña todo lo que aquí se hace, mirando hacia afuera para buscar buenos ejemplos. Es parte del ser sanducero, aunque Mc Hillriach no lo haya incluido en su famoso trabajo literario.
Y sin embargo la Semana de la Cerveza sí es una fiesta de excelente nivel. Tiene el mismo formato desde hace años, pero eso es así porque es la manera en que las fiestas tradicionales se llevan adelante, desde Viña del Mar (también cada año es “siempre lo mismo”), por ejemplo.
Es motivo de legítimo orgullo para los sanduceros. Es el legado de la generación de los 60 que las posteriores supieron cuidar. Con altos y bajos. Como la vida misma. Es nuestra gran fiesta. Que merece ser disfrutada, impulsada y promocionada por cada sanducero.