Paysandú, Martes 10 de Marzo de 2015
Opinion | 03 Mar Fue presentado recientemente el tercer informe sobre Imaginario y Consumo Cultural, una herramienta que permite obtener más y mejor información sobre cuáles son los hábitos y comportamientos culturales, así como los cambios y continuidades en los gustos y preferencias de los uruguayos.
Algunas de las conclusiones más destacadas del trabajo, realizado por el Observatorio Universitario de Políticas Culturales de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UdelaR, son buenas noticias. Como por ejemplo que la lectura aumenta entre los jóvenes (también las mujeres) y otras dan cuenta de dinámicas culturales actuales. En este sentido, se constató que las películas se miran fundamentalmente en el ámbito privado del hogar a través de la televisión y el alquiler y para el tiempo libre, los uruguayos prefieren estar con su familia y mirar televisión.
Sin lugar a dudas que el estudio brinda abundante información para todo tipo de análisis, pero por la relevancia en cuanto a discusión social y por el impacto en la formación integral del individuo, nos ocuparemos de la lectura.
La posible extinción del hábito de lectura de material impreso es uno de los puntos fuertes del debate en torno a las prácticas de lectura actuales. Sin embargo, los datos desafían la percepción generalizada en el debate público de que los uruguayos leen cada vez menos libros impresos: hubo también un aumento de la lectura de algún libro al año y una disminución del porcentaje de personas que declaran nunca leer libros.
De la misma manera, los más jóvenes no necesariamente leen cada vez menos ni en menor proporción que otros grupos de edades. Por el contrario, son los que declaran la mayor lectura de “algún libro al año”. Además se observa un leve ascenso de las frecuencias de lectura de los sectores con menos años de educación formal y una disminución de la brecha entre los extremos de los niveles educativos. Por otra parte, la lectura de varios libros al año ha aumentado más en el Interior que en Montevideo.
Si alguien se pregunta para qué sirve conocer estos datos, una de las primeras respuestas debería ser para fijar políticas públicas. En este sentido, la investigación hace reflexionar que es difícil pensar en políticas públicas de fomento a la lectura sin problematizar el acceso a los libros, sobre todo para aquellas poblaciones con menores grados de escolarización y bajos ingresos que son menos proclives a la reproducción familiar de los hábitos de lectura. En particular, se hace necesario una mayor investigación del sistema de bibliotecas públicas ya que es claro que ahí hay algo que no está funcionando bien porque si bien las frecuencias de lectura de los uruguayos han tenido las variaciones antes mencionadas, la baja asistencia a las bibliotecas permanece estable.
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