Opinion | 14 Mar A pocas horas de la reunión que sostuvieron con vecinos y docentes de la zona de la Escuela Nº 87 los tres diputados por nuestro departamento, a efectos de analizar eventuales soluciones para los repetidos actos de vandalismo contra el centro docente, los sanduceros nos enteramos a través de las páginas de EL TELEGRAFO que antisociales también hicieron blanco de sus actos irracionales a varios aparatos de gimnasia instalados en lugares públicos.
En este caso los aparatos instalados en el Complejo Deportivo Irene Sosa sufrieron roturas por vándalos y hace varias semanas que se espera su reparación. Estos sets de gimnasia fueron colocados en noviembre del año pasado por la empresa Coralín, ganadora de la licitación que había lanzado la Intendencia Departamental.
Entre los aparatos que fueron ubicados en la zona del Complejo Deportivo Irene Sosa, “a uno de ellos lo arrancaron por completo, lo tuvimos que guardar, y estamos viendo cómo arreglarlo porque la empresa que los instala no responde por actos vandálicos”, dijo Pablo Curbelo, secretario de Deportes de la comuna.
En fin, estos son detalles que interesan al común de la población, al ciudadano que cultiva valores que podríamos considerar como “normales”, pero no funcionan para las mentes distorsionadas de vándalos que actúan generalmente en grupos, se envalentonan y “disfrutan” destrozando los bienes de todos, en muchos casos con el ingrediente de drogas y alcohol, y en la mayoría de los casos se trata de menores y jóvenes que nada les importa el resto de la sociedad, ni les interesa la “inclusión”.
Estamos ante una problemática que tiene varias puntas, mucho más profundas que lo que puede analizarse en una nota periodística, y el vandalismo es solo una de estas manifestaciones de deformación cultural y de valores que requiere respuestas desde varios ángulos, pero con resultados siempre inciertos.
Esta deformación y falencia en valores se traduce en la desaprensión, en la ausencia de responsabilidades y motivación, en muchos casos, y a la vez este déficit es realimentado y potenciado por la impunidad de que se valen quienes así actúan.
Mientras tanto, es preciso seguir trabajando en formación y educación desde la célula familiar --que bastante vapuleada está, desde que hay un claro ataque político ideológico a la “familia hegemónica”, que supo ser la base de nuestra sociedad-- y en la enseñanza. Es impensable obtener resultados en el corto plazo, pero sí en el presente y futuro inmediato es posible y necesario actuar con énfasis en los controles y represión, en defensa de la población.