Paysandú, Sábado 14 de Marzo de 2015
Opinion | 14 Mar Este jueves voceros del Poder Ejecutivo anunciaron el aplazamiento sin fecha de la proyectada nueva sede del Banco de la República en Montevideo, a la que se considera “ni social ni económicamente conveniente”, lo que incorpora un nuevo planteo similar a lo que aconteciera con otro proyecto cuestionado y polémico, como el denominado Antel Arena, también en la capital.
El presidente del Banco República (BROU), Julio César Porteiro, disertó este jueves en ADM y señaló que “no es conveniente ni económica, ni socialmente, la construcción de la torre”, y a la vez agregó que “se encargarán nuevos estudios”.
Para el jerarca, “existen otras inversiones prioritarias para las ganancias del banco”, y todo indica que el anuncio supone una nueva postergación, tal vez en forma definitiva.
La construcción de la polémica torre había sido anunciada a fines de 2012 por el entonces presidente del BROU, Fernando Calloia, y su costo había sido estimado en ese momento en unos 50 millones de dólares.
Pero este caso ha sido diferente al del Antel Arena, si se tiene en cuenta que en mayo de 2013, el presidente José Mujica había resuelto no autorizar la obra ante un posible enlentecimiento de la economía, argumentando que la torre no era “una prioridad”.
En la misma línea, a principios del año pasado el exministro de Economía y Finanzas, Mario Bergara, planteó que se había decido “no avanzar en las obras”, aunque señalando que había “convicción” en la necesidad de su construcción.
Estos argumentos seguramente se refuerzan cuando se echa un vistazo a los números que tiene el gobierno como legado de la Administración Mujica, con un déficit fiscal del 3,3 por ciento respecto al Producto Bruto Interno (PBI), que según el propio ministro de Economía y Finanzas, Cr. Danilo Astori, obliga a ser cautos y criteriosos con el gasto, a replantear prioridades y eventualmente descartar la inversión de Antel, en un emprendimiento netamente municipal, como es el Antel Arena (este último concepto va por nuestra cuenta), y como también lo es por supuesto el nuevo edificio del Banco de la República, también para Montevideo.
No es nada nuevo en un país pequeño, donde muchos jerarcas de gobierno, sobre todo de empresas públicas y organismos del Estado, tienen el sueño fijo de levantar su pirámide propia, cual faraón, con el dinero de todos los uruguayos, como signo de su paso por la administración pública como fulgurante cometa que deja su estela.
Pero los recursos del Estado son --o deberían ser-- una cosa seria, administrados como si fueran de uno y no bienes de difunto, como solían decir nuestros padres y abuelos.
Es una señal en el buen sentido que el nuevo titular de la Economía, lejos del sentir faraonesco de sus colaboradores o exsubordinados, esté por lo menos dispuesto a revisar la prioridad y oportunidad de estos emprendimientos, teniendo en cuenta como viene la mano en la economía y que Uruguay, como los otros países de la región y países emergentes de otras latitudes, ya no gozan del viento de cola que soplaba en la economía mundial.
Y viene a cuento, a propósito de estas reflexiones, lo que expresaba a EL TELEGRAFO en mayo del año pasado el actual titular de Economía Danilo Astori, cuando en nuestra casa periodística, en diálogo con el director Fernando Alberto Baccaro, ante una pregunta concreta reconocía que durante el gobierno de Mujica se habían dado determinadas incongruencias en materia de inversiones y proyectos, si se tiene en cuenta que mientras por un lado se propuso crear un impuesto específico para la caminería rural, para apoyar la producción con una recaudación prevista de 60 millones de dólares, por otro se destinaban más de 40 millones de dólares por la empresa estatal Antel para construir para Montevideo el Antel Arena y se proyectaba construir una nueva sede para el Banco de la República, por un valor aún mayor.
En este sentido, consideraba que debería efectivamente establecerse lineamientos generales por el Ministerio de Economía para encauzar las inversiones también en las empresas públicas dentro de determinado marco de prioridades y objetivos, y este concepto parece que es el que está promoviendo.
En aquel diálogo Astori reconoció que si bien en la energía se avanza a un paso razonable, “hemos estado más lentos en transportes y comunicaciones”, en cuanto a inversiones, que no han acompasado el crecimiento del Producto Bruto Interno del país, en especial en lo que respecta a rutas y carreteras, porque se han priorizado otros aspectos.
“Hay que tratar separadamente las inversiones de las empresas públicas, que además de ser entes autónomos tienen su programación económico financiera, pero de todas maneras sí me parece que la puesta en práctica de estos proyectos (Antel Arena y BROU) tendría que ir acompasándose con el avance que el país pueda ir haciendo en el financiamiento global de las inversiones nacionales. Creo que asegurar la mayor coherencia posible, en esos campos es por supuesto una propuesta razonablemente aceptable y yo estoy de acuerdo con ella”, había evaluado entonces el actual jerarca.
Y bueno, ahora al frente de Economía, llega el momento de las decisiones políticas, de poner sobre la mesa los pro y los contra, de poner en una balanza lo que va para Montevideo y las migajas que caen para el Interior, y estar dispuesto a dar la batalla para respaldar los enunciados con los hechos.
En defensa del ministro corresponde señalar que en la mayoría de las oportunidades en que se plantó con sus ideas e intentó ser firme, la “aplanadora” de dirigentes sindicales, sectores radicales y los cultores de la izquierda ortodoxa le pasó por arriba, a fuerza de eslóganes y acusaciones de toda índole, y terminaron haciendo su voluntad en el ejercicio del gobierno, lamentablemente.
Ojalá que esta vez las cosas resulten diferentes.
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