Opinion | 19 Mar La convulsionada Venezuela es lamentablemente un tema recurrente en la consideración internacional y mucho más aún en la regional, y no precisamente porque se sucedan buenas noticias respecto a la situación del pueblo de esa nación caribeña, donde el presidente Nicolás Maduro, actual conductor del régimen chavista tras el deceso de su fundador coronel Hugo Chávez, se muestra incapaz de superar una crisis que se viene agravando día a día, tanto desde el punto de vista económico como político.
En las últimas horas se sumó al cúmulo de elementos que se incorporan a las declaraciones de apoyo al régimen autoritario de Maduro, expresiones del “expresidente” de Cuba, Fidel Castro, quien afirmó que Venezuela cuenta con los soldados y oficiales “mejor equipados de América Latina”, en un mensaje dirigido al gobernante Nicolás Maduro y publicado el martes, donde destaca “la disciplina ejemplar y el espíritu de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana”.
“Haga lo que haga el imperialismo de Estados Unidos, no podrá contar jamás con ellas para hacer lo que hizo durante tantos años. Hoy Venezuela cuenta con los soldados y oficiales mejor equipados de América Latina”, indicó Fidel Castro en una nueva carta a Maduro, divulgada en las portadas de la prensa oficial de la isla.
“Cuando te reuniste con los oficiales en días recientes, se podía apreciar que estaban listos para dar hasta la última gota de su sangre por la Patria”, le expresaba el líder cubano a Maduro, refiriéndose a la cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) que celebraba el martes en Caracas. En esa cita, según Fidel Castro, los aliados bolivarianos analizarían “la insólita política del gobierno de Estados Unidos contra Venezuela y el ALBA. La República Bolivariana de Venezuela ha declarado de forma precisa que siempre ha estado dispuesta a discutir de forma pacífica y civilizada con el gobierno de Estados Unidos, pero nunca aceptará amenazas e imposiciones de ese país”, escribe el líder cubano.
Las referencias del exdictador tienen en cuenta que la pasada semana el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, promulgó un decreto donde declaró una situación de “emergencia nacional” ante el “riesgo extraordinario” que considera que representa la situación venezolana para la seguridad del país norteamericano.
Más allá de las implicancias político-ideológicas y el apoyo mutuo entre los dos regímenes caribeños, las expresiones de Castro, sin quererlo, aparecen más como una denuncia de las contradicciones y prioridades que rigen la política del gobierno venezolano, que un apoyo explícito y defensa que pretende hacer del régimen de Caracas.
El ejército mejor pertrechado de América Latina, como sostiene Castro, dispuesto a “dar la vida por la Patria”, es en realidad un ejército que ha sido reformado como instrumento del régimen chavista, a partir de la subordinación y purgas que organizó durante años el coronel Hugo Chávez, por lo que dista de ser una garantía de la defensa de la Constitución y las leyes, sino que aparece como instrumento del régimen, como ha quedado demostrado en ocasión de los casos de represión a demostraciones populares y en el arresto de dirigentes de la oposición.
Y por si esto fuera poco, el ejército de oficiales y soldados “mejor equipados de América Latina,” como orgullosamente (¿?) proclama Fidel Castro, se ha rearmado a través del uso de cuantiosos recursos que en buena medida han contribuido a que se acentúe la crisis económica que vive Venezuela, afectada por la caída de los precios internacionales del petróleo, de donde obtiene el 90 por ciento de sus recursos.
Ante la falta de divisas, se le ha impuesto a la nación venezolana sostener el enorme gasto de este ejército “patriota” que está al servicio del régimen, al mejor estilo de las dictaduras más crueles, donde se prioriza financiar el instrumento de represión del régimen por sobre destinos realmente impostergables, como educación, vivienda, salud, infraestructura.
Pero a la vez el costoso equipamiento a que se refiere el dictador cubano se ha comprado por una nación que no cuenta con aparato productivo, donde ha decir del expresidente José Mujica, “se metieron a nacionalizar estancias de cuarenta o cincuenta mil hectáreas, que hoy son la soledad, un páramo, no producen un carajo”. Donde no se producen alimentos ni hay inversiones en áreas fundamentales y estratégicas, donde hay una gran escasez de artículos de primera necesidad, justamente porque el régimen de Maduro se ha encargado de desestimular todo tipo de inversiones al promover la lucha de clase y las confiscaciones de empresas en manos privadas.
Para justificar el continuismo del fracaso repite periódicamente el mismo argumento en defensa “del pueblo y de la revolución bolivariana”, con alusiones a la defensa de la soberanía nacional contra el “imperialismo yanqui”, una manera de disimular los graves problemas internos y unificar fuerzas contra el enemigo exterior que identifican en Washington, como hizo a la vez durante décadas el régimen cubano.
Mientras tanto la política exterior de Estados Unidos sigue dando muestras de la misma torpeza de siempre, al entrar en las provocaciones de Maduro y contribuyendo a darle ciertos visos de legitimidad a los fantasmas que éste ve en todos lados, incluyendo a supuestos títeres del “imperialismo yanqui”, como aludió al vicepresidente uruguayo Raúl Sendic, quien osó decir que no tiene pruebas sobre la injerencia de Estados Unidos en Venezuela.
Pero a la vez corresponde desenmascarar la obsecuencia de organismos regionales creados por gobiernos “progresistas” de la región, como la Unasur y el propio ALBA, que no hicieron siquiera mención al autoritarismo y a la represión, encarcelamiento y muerte de opositores en Venezuela, pero sí se alinean detrás de las acusaciones lanzadas en sucesivas andanadas contra el “imperialismo”, pero sin darse por enterados de los enormes gastos militares de Maduro, mientras su pueblo sufre una y mil necesidades.