Opinion | 18 Mar La ocupación de veredas en la ciudad es un tema recurrente, que ha sido asimismo considerado varias veces en este espacio de opinión.
Hay una ordenanza que claramente prohíbe que particulares usen la vereda para fines particulares, pues el propósito de estas es permitir la libre circulación de peatones, reservando la calzada para los vehículos. Una justa distribución del espacio público que, no obstante, no es respetado a cabalidad.
Para empezar, hay muchas veredas en muy mal estado, y son responsabilidad de los frentistas. La construcción de las veredas corresponde a los propietarios de las viviendas, pero caminando por la ciudad se aprecia cómo no se cumple con eso, pues en muchos casos faltan o están flojas las baldosas; en otros las raíces de los árboles han removido parte de la vereda. Y en otros lugares, directamente, nunca han sido construidas pese a que existe el cordón cuneta, el paso previo que sí corresponde a la Intendencia.
Pero el principal problema es la ocupación de veredas. Desde el vecino que en verano aprovecha para colocar las sillas plegables para disfrutar de un poco de aire al atardecer --que es ciertamente el menor inconveniente--, hasta quienes instalan puestos de venta. Sin olvidar, claro está, la colocación de vehículos sobre la acera.
El decreto departamental 4.362 es el que regula el tema, y establece con claridad que “los vendedores ambulantes y casas comerciales en general, ubicadas en la zona urbana, tienen prohibido instalar puestos de venta al público de artículos de consumo o bultos de cualquier tipo en aceras y calles”.
Y puestos de este tipo, especialmente de venta de ropas han proliferado por la ciudad en los últimos tiempos. Incluso se ve el uso de gazebos para proteger del sol a las mercaderías y a los vendedores.
No solamente ocasionan problemas a los peatones, también contravienen las regulaciones referidas a comercios en general, pues debe recordarse que se necesita de un registro ante el BPS y ante la DGI para poder establecer un puesto de venta, sea del tipo que fuera.
Es indudable que la economía familiar necesita de manera constante de apoyos adicionales para poder hacer frente a los gastos cotidianos. Pero eso no da derecho a transgredir normas que han sido establecidas para el beneficio de todos, sea la prohibición de ocupación de veredas como la necesidad de registro para desarrollar actividades comerciales.
Por lo pronto, la Intendencia --que puede actuar en la ocupación de veredas-- está omisa porque no cumple con los controles respectivos y porque no hace valer el decreto correspondiente. Vecinos que buscan hacer “la diaria” como comercios establecidos ocupan la vereda por toda la ciudad. Corresponde terminar con estas irregularidades. Ahora.