Paysandú, Jueves 26 de Marzo de 2015
Opinion | 25 Mar En cuatro días comenzará la Semana de la Cerveza de Oro, como bien podría llamarse pues llega a su aniversario del preciado metal, al cumplir cincuenta ediciones, cincuenta años de sueños, de objetivos alcanzados, de desaciertos, de luces tanto como de sombras. Cincuenta años bien vividos, medio siglo que ha marcado a la comunidad que hoy es identificada en muchos lugares como la tierra de la semana cervecera, aunque ya la producción de esa bebida solo sea un recuerdo cada vez más lejano.
Es por un lado, una edición muy significativa en la medida que hay una rica historia detrás de las cuarenta y nueve anteriores ediciones. No solamente merece recuerdo el nombre de Jorge Gavary sino que muchos fueron los que aportaron su esfuerzo y su dedicación para que en primer lugar la fiesta se mantuviera y en segundo lugar para que creciera. Para que de aquella fiesta casi de la familia cervecera pasar a convertirse en el evento popular de mayor trascendencia de la región toda, considerando ambas márgenes del Uruguay.
Pero, por otro lado, esta es una edición que se verá empañada por el recientemente conocido informe del Tribunal de Cuentas que expone presuntas irregularidades en la 48ª Semana de la Cerveza, con cientos de miles de dólares que no están claramente rendidos ante el órgano de contralor. No es un tema nuevo, cierto es, en la medida que hasta le costó el puesto a un entonces director general de la intendencia y presidente del comité organizador.
No obstante, el que ahora se conociera el dictamen del Tribunal de Cuentas, sin dudas es un hecho que ensombrece una fiesta que debería ser todo brillo, que debería ser el lujo de todos los sanduceros.
Año tras año a esta fiesta la apoyan empresas de todo tipo, desde las públicas a las privadas, desde los grandes entes del Estado a los pequeños feriantes que recorren el país durante todo el año. Con un presupuesto mayor al millón de dólares, prácticamente horas antes del espichado del primer barril de chopp, del comienzo de la fiesta, de la elección de la nueva soberana de la Semana, Antel, la empresa del “avanzamos juntos” se bajó de la Semana de la Cerveza, al comunicar que lo resuelto por el anterior Directorio no había sido aprobado y que los prometidos 30.000 dólares “no corrían”. Después, hizo llegar una nota por la cual ofrecía “mantener la participación” con 120.000 pesos uruguayos, digamos unos cuatro mil dólares.
Por su lado, el Banco de la República, “el banco país” también decidió que lo prometido por el anterior Directorio, patrocinar la Semana con 10.000 dólares, no se concretara. Dos patrocinadores y cuarenta mil dólares menos. En tanto sí participarán Ancap, UTE, BSE y CARU, entre otros.
Ahora bien, ¿es lícito lo decidido por Antel y por el BROU? Sus directorios pueden tomar las decisiones que estimen pertinentes, es cierto, pero si había acuerdos previos de quienes antes ocupaban esas sillas, ¿por qué desconocerlos? Y ¿por qué a la Semana de la Cerveza? ¿O van a decir que decidieron no participar en El Prado y muchos otros eventos en todo el país? ¿En verdad creen que este tipo de decisiones son en contra de un gobierno, sea del color que sea?
Pues no, hay que decir con toda claridad que tanto la empresa de telecomunicaciones como la entidad bancaria más importante del país han cometido un grave error, aunque justificación --obviamente-- viene por el lado de “reducción de gastos, que resulta difícil de creer. Pero han hecho algo peor, golpear a todos los sanduceros, no solo al gobierno departamental. Han desconocido la gran fiesta de todos al dejar de participar ni más ni menos que en la edición de Oro, y después de haber confirmado su participación.
El caso peor es el de Antel, de eso no hay dudas. Porque después de negarse a honrar el acuerdo previo, de enero de este año, de aportar (como el año pasado, hay que decirlo) 30.000 dólares, sale a ofrecer 120.000 pesos, lo que es casi un improperio. Es decirle a todos los sanduceros que la Semana vale para Antel apenas cuatro mil dólares. Que no está dispuesto a pagar más que eso, pero que sí quiere sacarse de encima costos de sus funcionarios (alojamiento y estadía que iban a ser de cargo del comité).
Y por esa exigua cantidad pretende publicidad estática, instalar su ómnibus de difusión empresarial dentro del predio y --lo que poca gente sabe-- instalar como todos los años una antena de microondas dentro del predio ferial para brindar un mejor servicio a sus clientes, a los que no les hará descuento por venir a la Semana, reduciendo el ingreso de la señal de telefónicas argentinas, como ocurre frecuentemente en el área.
Lo que ayer no valía nada, hoy vale 4.000 dólares pero expresados en pesos uruguayos para que si se pagan dentro de seis u ocho meses, sean aún menos.
No es nada seria la actitud de esta empresa pública, que si bien ya se equivocó al no respetar la decisión del Directorio anterior --que cierto es, no firmó resolución al respecto-- más se equivoca al pretender ponerle precio a su presencia en la mayor fiesta popular de la región que este año celebra, ni más ni menos, su primer medio siglo.
Si hubo irregularidades en la 48ª Semana de la Cerveza, que los responsables sean castigados en el ámbito que corresponda. Si existieron, deben tener la pena que merezcan. Eso es claro y no puede discutirse.
Ahora bien, que las empresas públicas tomen eso en cuenta para apostar a la gran fiesta que es la Semana de la Cerveza, es totalmente fuera de lugar, no es de recibo y no puede tolerarse sin alzar la voz de protesta por parte de los sanduceros.
La Semana está muy por encima de los gobernantes de turno y de hecho ha sobrevivido a todos, incluida la dictadura. Parece que así no lo entienden ni Antel ni el BROU, la primera dispuesta a gastar medio centenar de millones de dólares en un estadio para mejorar la alicaída imagen oficial en Montevideo, y el segundo un banco que ya no sabe qué hacer con los millones de dólares de “ganancias” que obtiene, más allá de sostener proyectos de dudosa viabilidad; y que también quiere construir su propio megaedificio en la capital. Una verdadera lástima, porque les niegan exiguos aportes a Paysandú, que luego generosamente despilfarran en otras partes del país. Historia conocida. Tristemente.
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