Opinion | 26 Mar Aunque a nivel de los sindicatos de docentes se lo intenta minimizar o relativizar, es notorio que las pruebas internacionales PISA no dejan bien parada a la educación uruguaya, al reflejar el déficit en la calidad del sistema educativo y sus consecuencias en los estudiantes, en los futuros profesionales y en la fuerza laboral, que queda así muy condicionada de cara al futuro.
Durante la Administración Mujica, más allá de algunas reflexiones filosóficas del entonces presidente, se hizo poco y nada por revertir este preocupante panorama, y quedó por el camino su apelación en un discurso ante la Asamblea General, cuando se comprometió a apostar a “educación, educación y educación” de la mano de su gobierno.
Con el advenimiento del presidente Tabaré Vázquez y la asunción de María Julia Muñoz como titular del Ministerio de Educación y Cultura, se siguen tejiendo expectativas sobre un eventual cambio de rumbo o por lo menos una orientación firme desde esa secretaría y los organismos rectores a efectos de instrumentar reformas en el sistema educativo. Pero, como es notorio, hay un statuo quo que no dejará que las cosas sean fáciles. Y a fuer de sinceros, tampoco se cuenta con un diagnóstico bien trabajado y ni siquiera con hoja de ruta con determinación de objetivos e instrumentos, más allá de algún enunciado general.
Aun en esta indefinición, tenemos que ya la Asamblea Técnico Docente (ATD) de Secundaria, órgano consultivo del Consejo de Educación Secundaria (CES), se opone al ciclo único entre los tres y los 14 años, propuesto por el presidente Tabaré Vázquez como una de las patas fundamentales de la reforma educativa que piensa impulsar durante su mandato.
El desacuerdo se debe a que los profesores entienden que el ciclo único supondría “una primarización de la Educación Secundaria” y no atendería el proceso madurativo del alumno, según expresó a El Observador Carlos Rivero, integrante de la ATD. Dijo que “en el ciclo único el pasaje de la niñez a la adolescencia no está potenciado y, por lo tanto, no acompaña el proceso evolutivo de la persona”, y que las etapas escolares deben acompañar este desarrollo. Así pasa hoy en día con Inicial, Primaria y Secundaria. “La enseñanza debe estar centrada en estos ciclos, pero para esto se deben tender todos los puentes necesarios para que los chicos lleguen (al liceo) en mejores condiciones”, señaló el docente.
La resolución, que se tomó en asamblea, ya fue transmitida verbalmente a las autoridades de Secundaria, y en los próximos días se les presentará un documento con propuestas alternativas. Entre éstas, la ATD propone que al llegar a Secundaria, a cada uno de los alumnos se le haga un diagnóstico para identificar las dificultades que presentan, ya sean de aprendizaje, sociales o familiares. Rivero aseguró que para llevar a cabo esto, la ATD vuelve a insistir en un viejo reclamo: la necesidad de contar con equipos multidisciplinarios en los liceos para atender a los alumnos, apoyando el trabajo de los docentes. En la actualidad son muy pocos los liceos que cuentan con equipos multidisciplinarios, pero todo indica que se trata más de crear nuevos puestos de trabajo que una acción seria en la materia y sobre todo práctica.
El integrante de la ATD explicó que la idea es hacer “lo más suave posible” el tránsito de la escuela al liceo, a través de cursos preparativos y/o de nivelación para los alumnos de 1º año, que según el diagnóstico lo estén necesitando, y manifestó que estos cursos durarían unos meses hasta que el estudiante adquiera el nivel imperioso. Después de éstos, el joven ingresaría a 1º año. “Con esto nosotros creemos que se eliminaría gran parte de la repetición”, aseguró. A entender de la ATD, buena parte de los alumnos que repiten en 1º año se debe a las diferencias que existen entre la escuela y el liceo. Entre otras, en la escuela los niños tienen una maestra, en el liceo tienen varias asignaturas y cada uno con un profesor. En 2013, el último año del cual se disponen datos, la repetición en 1º de liceo se ubicó en 42,2%, mientras que en 2º año llegó a 35,5% y en 3º a 38,4%.
Es decir que, para un diagnóstico muy primario y archiconocido en el sentido de que hay un puente difícil de cruzar entre Primaria y Secundaria por las grandes diferencias en la metodología y régimen de trabajo, las propuestas son diferentes --no irreconciliables-- en cuanto a cómo suavizar este tránsito o directamente hacer que el niño en su pasaje a la adolescencia no lo sienta como algo tan traumático. Son evidentes las grandes diferencias entre la escuela y el liceo en cuanto a la enseñanza por una maestra y las clases rotativas con varios profesores, en las que ya el niño no percibe la presencia rectora de un docente y tiene al mismo tiempo otras exigencias y libertades. Por supuesto este no es el único factor que incide para la alta repetición en el 1º año, pero tiene que ver en las dificultades, y el darle continuidad en un solo ciclo, como surgiría de la propuesta de la Administración Vázquez, podría ser un paliativo interesante.
Las ATD van por otro lado, y más allá de esta propuesta en sí, hay otros aspectos en juego, por cuanto presentará a Secundaria además una advertencia sobre la injerencia que a su juicio el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) está teniendo en las políticas educativas. Los profesores son conscientes de que la ATD es un órgano consultivo que asesora al CES y que sus resoluciones no son vinculantes, pero señalan que Secundaria a su vez es autónoma para aprobar planes educativos que no coincidan con las directrices del MEC. “La idea del ciclo único viene directo del Poder Ejecutivo y eso nos preocupa. La injerencia cada vez mayor que las nuevas autoridades del MEC están teniendo en la ANEP es preocupante”, aseguró Rivero.
Esta postura es precisamente lo que aparece como un elemento negativo y distorsionante, porque las respuestas que se necesitan no deben juzgarse de acuerdo a quien las formula, sino por si sirven o no, y si partimos ya de que lo que se proponga desde el ministerio se toma como una injerencia indebida ya empezamos mal, y en lugar de sumar, seguiremos restando, con los estudiantes y el país como rehenes de posturas extremas que solo harán que avancemos hacia el despeñadero.