Opinion | 28 Mar A partir del advenimiento de gobiernos de izquierda o populistas en América Latina se han armado especies de seudocoaliciones que tienen de común denominador determinadas líneas ideológicas, y que hacen que se adopten posiciones en bloque o comunes ante determinadas situaciones inherentes a las propias naciones o ante sucesos internacionales.
Lo que no estaría mal, porque al fin de cuentas ello es consecuencia de la línea de pensamiento o de acción del gobierno involucrado, pero sí da la pauta de que los principios se anteponen siempre y cuando no colidan con la ideología que se practica o se pregona, y este es el punto en que precisamente la forma de actuar guarda relación con la premisa de que lo político está antes que lo jurídico, como ha reafirmado una y otra vez el expresidente José Mujica.
Estas reflexiones vienen a cuento de conceptos vertidos a El País de Madrid por el afamado escritor Mario Vargas Llosa, quien reprochó el silencio y el caso omiso de los gobiernos latinoamericanos ante la situación que se vive en Venezuela.
“Es natural que Cuba o Nicaragua no protesten, ¿pero cómo se puede explicar o aceptar que gobiernos que han nacido en elecciones democráticas se nieguen a condenar al gobierno venezolano y a mostrarse activamente solidarios con los millones de venezolanos que solo quieren para Venezuela lo que tenemos en nuestros países? Perú, Chile, Colombia, Uruguay: ¿dónde están las protestas de esos gobiernos, cómo es posible que miren para el otro lado y actúen en complicidad con quienes están destruyendo a Venezuela convirtiéndola en una segunda Cuba?”, cuestionó duramente Vargas Llosa.
El escritor deploró “profundamente” que el presidente Ollanta Humala de Perú y su esposa Nadine Heredia, jefa del oficialista Partido Nacionalista, no hayan recibido a las esposas de los líderes opositores Antonio Ledezma y Leopoldo López, de visita en Perú, a pesar de que el canciller y la primera ministra peruanas sí lo hicieron el miércoles.
“Me alegro de que la primera ministra de Perú las haya recibido y que el canciller les haya dicho palabras alentadoras, pero lamento profundamente, profundamente, que el presidente Humala y Nadine Heredia no les hayan abierto las puertas y las hayan recibido”, dijo Vargas Llosa.
En la misma línea podemos situar el silencio cómplice de gobiernos “progresistas” como el uruguayo, el de Brasil, el de Argentina, el de Bolivia. Hasta Amnistía Internacional, esa ONG que tanto denunció las torturas y violaciones a los derechos humanos en Uruguay durante la última dictadura, reclamando por muchos de los que hoy están en altos cargos de gobierno, ahora señala duras faltas en Venezuela, con torturas a manifestantes y opositores, detenciones ilegales en manos del Ejército, violaciones sexuales, asesinatos, entre una larga lista. Y de este lado, quienes deberían reclamar garantías --entre ellos el “cobarde” vicepresidente, Raúl Sendic-- solo se manifiestan en “apoyo al régimen de Maduro”.
¿Con qué legitimidad puede plantearse luego ante gobiernos autoritarios de otro signo, si se hace la vista gorda cuando quienes actúan de esta forma son los gobiernos “amigos”?