Opinion | 25 Mar Se conmemora hoy el Día Internacional para el Recuerdo de las Víctimas de la Esclavitud y de la Trata Trasatlántica de Esclavos, instaurado por la Asamblea General de la ONU el 28 de noviembre de 2006. Al año siguiente, se cumplieron los doscientos años de la abolición de ese cruel comercio, basado en el fanatismo, el odio, el racismo y los prejuicios, que a su vez provocaron una profunda desigualdad social y económica.
El propósito fundamental de este día es honrar la memoria de aquellos que murieron como resultado de la esclavitud, incluyendo aquellos que murieron en la lucha por la libertad. Pero al mismo tiempo pretende disminuir la “brecha de conocimiento” que existe hoy en cuanto a las consecuencias ocasionadas por el comercio de esclavos y la esclavitud.
De acuerdo a los registros, durante ni más ni menos que cuatrocientos años, 15 millones de hombres, mujeres y niños fueron víctimas del abominable comercio trasatlántico de esclavos, escribiendo así uno de los capítulos más oscuros de la historia de la humanidad.
Este año, el tema es bien concreto: “Las mujeres y la esclavitud”. Ni que decir que afrontaron penurias insoportables, incluida la explotación sexual. Pese a todo, se debe especialmente a las mujeres que la cultura africana fue transmitida a los descendientes nacidos en esclavitud, más allá de los abusos que sufrieron. Por eso no es de extrañar que su lucha por erradicar la esclavitud también influyera en la lucha por los derechos de las mujeres que se inició en el siglo XIX.
Se estima que un tercio de los más de 15 millones de personas que fueron vendidas como esclavos procedentes de África por medio de la trata transatlántica de esclavos eran mujeres. Las mujeres esclavizadas llevaban una carga triple: además de soportar las duras condiciones de trabajo forzoso como esclavas, sufrieron formas extremadamente crueles de discriminación y explotación sexual por su género y color de piel.
Este día no debe ser solamente considerado para mirar al pasado y sentir conmiseración por esos millones de personas que sufrieron hasta el último de sus días y que fueron cruelmente explotados por otros iguales, excepto por el color de piel.
Porque si bien hoy no existe el mismo sistema de esclavitud, no quiere decir que no haya abusos a partir del racismo y los prejuicios. Los hay en todo el mundo y tristemente en los lugares considerados más desarrollados. Aun hoy se mantiene el concepto de diferencias a partir del color de piel. Aun expresiones coloquiales como “negro de m...” se escuchan y aun el propio vocablo “negro” se usa con fines despectivos.
No se trata empero de usar el término “afrodescendientes” porque los blancos son blancos y los negros, negros. Pero si hay que dejar bien en claro que más allá del color de piel somos seres humanos iguales. Discriminación cero, humanos todos. Así es, pero mejor todavía, así debemos reconocerlo todos.